"Mucho has visto del mundo y cuanto has visto es nada", recita Omar Jayyam en una de sus tan desenfadadas como hondas robaiyyat. ¿Demasiado grande el mundo, incluso el nuestro, para sentirnos poseedores de él? Jayyam baja las ínfulas de los presuntuosos:
"Mucho has visto del mundo y cuanto has visto es nada;
cuando has dicho y oído en él, también es nada;
corriste hasta el confín del horizonte: nada;
furtivo te escondiste en casa: también nada."
No es nihilismo lo que plantea el poeta persa. Es viaje y retorno, vuelta circular, escepticismo en la contemplación, no sé hasta qué punto mística, por cierto. Materialismo que rebaja los humos. Quien condene a Jayyam a simple escritor sobre el vino y sus recursos se queda corto. Necesitamos hoy releerlo, necesitamos hombres Jayyam.
Pintura de Mery Maroto
Para mí la clave está en el último verso. Así eso que se posee no es nada real, es todo imaginado, representado.
ResponderEliminarNuevo fichaje en el paisanaje. Me escribe mi madre y se dice enamorada del Laberinto Grotesco. Me dice que planteas unos temas que siempre le han interesado hasta la médula, Ariadna.
ResponderEliminarEn estos momentos me levanto de una jaqueca terrible de las mías, ese termostato nervioso que siempre me ha salvado del recalentamiento fatal, mecanismo que por cierto heredé de ella junto con el gusto por la lectura. Así es que no he podido ir a clase.
Y voy y me reencuentro de nuevo con Khayyam. ¡Cómo te quiero, Ariadna!
Qué final de post, dios. Contigo al completo en esa necesidad de Jayyam, en todos los sentidos.
Me gusta mucho la interpretación de Amin Maalouf en Samarcanda, que efectivamente parecen confirmar tantas cuartetas, en las que despliega su obsesión por la infinitamente compleja relación con el mundo y los otros, la cautela ambigua que dice y sin decir, el hablar doble que achacaban a Zenon sus contemporáneos, el "pathos de la distancia" que decía el filósofo Giorgio Colli respecto a Heráclito, sustentado en ese saber vivir en contradicción fundadora de todo, de nosotros y de nuestra vida y peligros.
La naturaleza espejeante interior/exterior y cuánto tiene de ilusión cognitiva (así lo dirían Hoffmann o Huxley, no Jayyam pero ya lo subrayaba por cierto Heráclito). Nietzsche desde estos versos que propones imagino que habría subrayado su nihilismo trágico afirmativo, de espiritualidad superior (creo recordar un Nietzsche alabando a Jayyam entusiásticamente, pero podrían ser mezclas de un cubata cerebral propio y memoria traidora). En cualquier caso este Zenón amigo de aporías lo resumiría en: "Nada es todo, gracias a que todo es nada". Y esa es la liberación final que va siempre con nosotros, además de sonar a mejunje contra cualquier totalitarismo enclaustrador y asfixiante que pretenda cerrarnos el horizonte. Ya me entiendes.
Cómo desde el principio el joven Omar aprende a hablar con una ambigüedad calculada a cada coma en un entorno social persecutorio de naciente integrismo fanático, ubicua sombra siempre acechante. Pese a la leyenda, no fue en realidad su amigo el cruel y movilizador Hassan sino su reverso tenebroso inquisitorial, germen de aquel terrorismo suicida árabe en aquellos 1080, raíz histórica del yihadista o salafista actual. Cuando empezaba a derrumbarse la Ilustración árabe que nos pensó la filosofía y ciencia helenísticas -no en vano el joven Khayyam salva al comienzo de la novela a un discípulo de Avicena de un linchamiento colectivo comandado la turba religiosa, que como en los evangelios se nutre de intentos de atrapar en la impiedad de las palabras al protagonista mediante sucesivos vínculos contradictorios (double bind) del estilo de las monedas que son del César. Se aprende mucho cómo Jayyam debe vivir astutamente en esa campo minado de víboras, protegido por el visir, el tercer amigo de la leyenda, y cómo aprende a usar ese vínculo contradictorio para atrapar a los acechantes atrapadores. Vivir fue siempre, retuiteando a Nietzsche, "estar en peligro". Y como escribiera hölderlin décadas antes, en el peligro nace lo que nos salva.
Hassan posterior fundador de la secta de los asesinos que usaban enormes dosis de hachish para sus atentados kamikaze y de donde procede, insisto, el terrorismo teocrático actual. El tercer amigo de la leyenda, el visir, es quien realmente proteje a Jayyam. Muy interesante el prototipo del linchador fanático, personaje que trama acabar con todos ellos y destruirlos pero por el momento servil y melifluo cuando conviene ante el poder político que contrapesa, cada vez con más dificultad, los excesos teocráticos en expasión. Algo parecido a lo que cuenta Amenábar en Hipatia respecto al cristianismo fanático de arribistas y delincuentes que despedezará a la sabia, y tomará finalmente el poder. Los famosos tres amigos del pacto, ya sabes, aquí recibe una lectura muy diferente.
Apuesto a que Jayyam nos seguirá inspirando muchos post y mensajes.
Grande, Ariadna.
¿Nada? carece de sentido referirse a ese vacío en el que nada puede ser ya nombrado porque no existe para nosotros. ¿Es esa la nada? Lo paradójico nos echa una mano para comprender que Nada es Todo, otro aspecto de una de las infinitas realidades que construimos en nuestras cabecitas locas.
ResponderEliminarSomos nada y en ella habitamos, solo un tonto cree que es más que su experiencia de realidad.
La nada y el todo, así somos, permanentes claro-oscuros...
ResponderEliminarBesos, Ariadna
Seamos humildes y conformistas....
ResponderEliminarSaludos