La vejez tiene sus extensiones en la literatura. Algunas francamente irónicas y divertidas, no todo va a ser drama. "Puede estar tranquila -dice el diablo a la mujer en el precioso relato de Pessoa La hora del diablo- porque no le faltaré al respeto. Sé muy bien que hay otras formas de faltar al respeto accesorias e inútiles, como las de los novelistas modernos y las de la vejez." No me extraña ya nada la obsesión sanísima de Pessoa por sus heterónimos. ¿Sólo como una manera de ver y vivir el mundo desde diferentes ángulos y cuerpos mutantes? ¿O también como un modo de conjurar el implacable avance del tiempo y sus efectos de deterioro? El clarividente autor luso no es el único que se busca desde una expansión de personalidades -literarias o físicas totales- y así Jorge Semprún, que padeció lo suyo y arriesgó en distintas circunstancias el todo por el todo, en La escritura y la vida reconocía: "Me convertí en otro para poder seguir siendo yo mismo." Sigo pensando cada día en la dimensión de los otros Yo, de las otras personalidades nominales, en cada jornada que transcurre donde nuestras convicciones morales y estéticas se ponen a prueba sin cesar. ¿Solamente son otros nombres o se persiguen otros rostros? ¿Se queda únicamente en la máscara? Tal vez se trate de una de las formas del combate con la vejez. Instintos de supervivencia.
Fotografía de Jorge Molder
Una vez leí no sé dónde algo así: "para ser yo he de ser otro, salir de mi, buscarme entre los otros, los otros que no son si yo no existo, los otros que me dan plena existencia."
ResponderEliminarMuchas lecturas se pueden hacer del tema y de estas afirmaciones, desde la conciencia social y solidaria al dar y darse en los otros, como el hastío y el vacío que cercan y producen una necesidad y pulsión de ganarle al tiempo la partida, o como una necesidad de reinvención productiva y vital.
Cada uno encontrará la horma de su zapato y las propias fórmulas, personalmente me reinvento en los espejos de la creación, eso sí bajo una sola personalidad: la mía.
Ya decía el psiquiatra Castilla del Pino en su libro "El error un mal necesario" que el problema no era ser varios, sino dos, seguramente refiriéndose a la esquizofrenia como patología.
Bajo una, múltiples máscaras o rostros, que el tiempo no nos quiete lo bailado.
No?
Son estrategias de ocultación en la infernal guerra de la vida.
ResponderEliminarProfundo y analista, como siempre.
ResponderEliminar=)
por cierto, los viejos siguen siendo víctimas en nuestra sociedad de fatuidades y artificios juveniles
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