El poeta lisboeta en su Libro del desasosiego:
"Tengo hambre de la extensión del tiempo, y quiero ser yo sin condiciones."
¿Anhelo o sortilegio? Las condiciones, sobrevenidas o propuestas, como límites de uno. Puede que también sean las verdaderas fronteras del tiempo. Nunca éste es ajeno o exterior: se expanden tras el disfraz de nuestras posibilidades y nos encogen bajo la evidencia de nuestras probabilidades. Aceptar la contradicción no nos desarma, nos dota de fuerza para comprender nuestra propia capacidad. Pero esta, a su vez, ¿cómo podríamos medirla sin volar? El hambre nos lo pide. Aunque Pessoa sentencie tan certero:
"Nunca nos realizamos.
Somos dos abismos - un pozo mirando fijamente al cielo."
La extensión, como distancia entre los dos abismos. También dos guiños, dos pulsos, a veces dos choques. El recorrido.
Concuerdo, siempre lo he sostenido: la aceptación de las propias contradicciones dota de una fuerza indestructible y brota de una serenidad sin parangón. Y viceversa: sólo acepta sin turbación sus propias contradicciones el fuerte, quien ha llegado a conocerse a sí mismo serenamente. Yo diría que quien más mira hacia el cielo inalcanzable es quien más se realiza, aunque precisamente él pueda tener a menudo la percepción contraria.
ResponderEliminarMe encanta Pessoa y su desasosiego eterno, preciosas las citas...
ResponderEliminarBesos