No por haberse citado muchas veces queda desvalorizada la frase. Dice Friedrich Hölderlin: "¡Oh, sí! El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona". ¿Somos más dioses que mendigos? Pero ¿de qué nos sirve ser dioses en medio del tráfago de los sueños? Atormentada condición la nuestra: riqueza en el soñar, miseria en la reflexión. Desequilibrio de los platillos de la balanza de la vida. Los deseos y los anhelos nos persiguen revestidos de mil formas oníricas. Mientras, añade el escritor de Wurtemberg, "cuando el entusiasmo desaparece, ahí se queda, como un hijo pródigo a quien el padre echó de casa, contemplando los miserables céntimos con que la compasión alivió su camino". La euforia de lo vivido como ficción nos deja desnudos a la hora de la otra verdad. Una hora que tememos, porque nuestro pensamiento es débil o, al menos, insuficiente. Náufraga divinidad la de los hombres.
Bueno, la de algunos más y la de otros ,menos.
ResponderEliminarbuen texto. Felicidades.
Así somos ,dioses con pies de barro.
ResponderEliminarSoñar en sí, teniendo los pies sobre la tierra, no debería ser motivo de preocupación, al contrario. Lo malo es cuando los sueños nos elevan tanto que perdemos ese contacto con la realidad y nos creemos dioses de verdad.
Saludos.
Bueno yo diría que esa es la manera de no perder la cabeza, a veces soñar a veces reflexionar,...
ResponderEliminarCuriosa casualidad que utilices esta cita del Hiperión, dividida en dos partes, que yo he utilizado en múltiples ocasiones también así, como dos citas independientes. Me parecen de una gran sabiduría además de muy hermosas y es que Hölderlin no estaba loco: se apeó del mundo porque le pareció demasiado miserable. Era muy inteligente y sensible, Se hacía el loco para no aguantar impertinencias. Un saludo.
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