Para quien se olvide de qué se nutren los ejércitos, tanto en el espacio como en el tiempo llámese historia o patria: "...Todos los que llegaban eran gente pobre. Unos eran peones de hacienda, otros eran de los que viven las orillas de los pueblos y trabajan un día de adoberos y al siguiente de aguadores, otros eran cerreros, gente que vive en el monte haciendo un poco de leña, un poco de carbón, matando un venado. Raro era el que llegaba con un caballo, más raro el que traía una escopeta, algunos llevaban machetes u hoces, la mayoría no llevaba nada. Todos tenían hambre, cosa que habría de convertirse en una de nuestra mayores preocupaciones". Entresacado de la novela Los pasos de López, de Jorge Ibargüengoitia. Pero tamaña historia narrada, novelada, ¿no recuerda acaso y también la procedencia y el destino de la mano de obra obrera? Disculpas: ya sé que es más fino llamarlo incorporación al mercado de trabajo. Por cierto, ¿de dónde vendrá cierta expresión que se nombra como el ejército de parados?
Secuestro masivo e institucionalizado, tanto en los llamados "tiempos de paz", como en en esos otros en los que a la gleba se la obliga a ejercer de verdugo de sí misma, pues ¿en qué si no consisten las guerras?
ResponderEliminarQue bueno conocer tu blog, hay material para volver despacio y disfrutar de interesante lectura.
ResponderEliminarSaludos
Me gusta mucho este blog.
ResponderEliminarLos desempleados que abaratan los salarios por estar dispuestos a trabajar más horas o a laborar por una salario menor constituyen ese "ejército de parados" que puede manipular el general del capitalismo a cambio de unas dietas mínimas...
Saludos