"Extirpando la verdad a las palabras se extirpaba también el espíritu a los hombres", Rafael Argullol recordando el mensaje de Stefan Zweig en el libro de éste El mundo de ayer. Zweig escribió sobre una desaparición de Europa y como toda pérdida el retorno no es posible. Entre ese extravío acaso se encuentre también o sobre todo el del valor de las palabras. Argullol: "Nuestra época ya no ha recuperado, o no ha querido recuperar, la verdad interna de la palabra. Si somos sinceros, nuestra época ya no piensa en términos de palabra o de verdad." ¿Será por esa razón que nuestra Europa emplea más la palabra como mercado que como expresión de las necesidades profundas de los hombres? ¿Será por eso que todo suena hueco, increíble, falaz incluso? ¿Será que la palabra ha sido desplazada por la fraseología publicitaria, las declaraciones gubernamentales vacías, el distanciamiento entre élites y súbditos? ¿O acaso que se ha vendido la palabra al beneficio, lo rentable, lo productivista y, por lo tanto, al cambalache y la corrupción?
Remate de Rafael Argullol: "El lenguaje, o la falta de lenguaje, lo dice todo: compárese el tono con el que se proclama la actual construcción europea con el que refleja Zweig en El mundo de ayer cuando hace referencia al entusiasmo con que Rilke, Valéry y tantos otros se referían a la 'unidad espiritual' de Europa. Europa era una cultura; no, como alardean los portavoces del presente, una marca." Y así andamos, rendidos a una marca dudosa, quebradiza, que da tumbos o amenaza con mantener viejos nacionalismos que tanto mal causaron. Y en lugar de la palabra verdadera se impone la mentira, y los procesos electorales en los países -miremos lo que acontece estos días en el ruedo ibérico- van dando pistas de los riesgos. Concluye Argullol: "Huérfanos de la verdad de las palabras, o incapaces de encontrarla y compartirla, también nosotros nos encontramos indefensos ante la manipulación, por más que nuestra fe tecnológica nos mantenga ensimismados. Las épocas (de la de Zweig a la actual) parecen muy distantes, es cierto. En la nuestra sólo ha irrumpido una multitud de pequeños brujos que juegan con la mentira y casi todos convivimos indiferentemente con ella. Pero la falta de amor a la verdad entraña el mayor peligro: es el terreno abonado para que los grandes brujos entren en escena."
el amor a la verdad es de película, parece que nunca será realidad
ResponderEliminarsaludos
La honestidad, el amor a la verdad, es ya un valor en extinción, según parece.
ResponderEliminar=(
las palabras han perdido su sentido originario de tan emplearlas inadecuadamente, sin ceñirse al contenido que las define, se están muriendo al igual que la vieja Europa..
ResponderEliminarme predunto si todavía hoy podemos decir aquel "siempre queda la palabra.."
Las palabras se las lleva el viento....
ResponderEliminarSaludos
Eso viene ahí:
ResponderEliminarhttp://elpais.com/elpais/2015/05/18/opinion/1431939901_643527.html
Y, en efecto, no tiene pérdida.
La domesticación del ser humano trajo grandes ventajas. El encarcelamiento actual en jaulas de palabras de plástico, no ha de traer sino blasfemias.
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