Página de un diario. "23 de noviembre. No serás nada. Por más que hagas: no serás nada. Comprendes a los mejores poetas, a los prosistas más profundos, pero aunque digan que comprender es igualar, serás tan comparable a ellos como un ínfimo enano puede compararse con gigantes." Jules Renard escribió esto en 1888. Tenía, pues, veinticuatro años, y ya era tan incisivo (primero consigo mismo) como sarcástico. Ya le había envenenado el afán de la escritura tanto como el desasosiego de sus contradicciones. Ingenioso, el Diario que cumplimentó durante más de dos décadas, se multiplica ora como aforismos ora como sentencias o bien como conversaciones más o menos fingidas. Continúa la fecha citada:
"Trabajas todos los días. Te tomas la vida en serio. Crees fervorosamente en tu arte. Eres moderado con la mujer. Pero no serás nada.
No tienes que preocuparte por el dinero, no has de ganarte el pan de cada día. Eres libre, y el tiempo te pertenece. Solo tienes que querer. Pero te falta poder.
No serás nada. Llora, grita, agárrate la cabeza con las dos manos, espera, desespera, reanuda la tarea, empuja la roca. No serás nada."
¿Quién no tiene permanentemente en la cabeza la imagen de Sísifo? ¿Aún hay quien cada día que pasa no se mira en su propio espejo? Ya sé que los manuales de autoayuda criticarían el texto de Renard. A la gente nos gusta que...uno tenga su propia ficción (remedando la canción de Brassens) ¿O acaso la propia pequeña fe del individuo no es sino recreación imaginaria?
Buena traducción de Pierre Pascal del texto de Brassens y es curioso que Jules Renard, justamente, no es considerado en Francia como un grande; estaba el autor bien informado, como si el futuro que yo desconozco le hubiera sido revelado a él y a algunos otros.
ResponderEliminarLa canción de Brassens es toda una referencia...
ResponderEliminarSaludos
Auto estima también en lo ínfimo, en lo miserable. No vamos a dejar de querernos aunque tengamos un concepto exacto de nuestras limitaciones.
ResponderEliminarEstoy con Julio Chés. Llevamos a cuesta esa bandera de lo ínfimo, de nuestra propio "ser nada", con orgullo, aunque sólo sea por dentro, para nosotros mismos, porque, en el fondo, nos conocemos mejor que nadie.
ResponderEliminar