Malos tiempos para conocerse a uno mismo. O buenos, mejores que nunca, según se sepan afrontar las situaciones cotidianas y salir airosos de ellas. No sé qué diría Sócrates al respecto, pero sí lo que argumenta Allen Frances, catedrático norteamericano de Psiquiatría: "Hemos creado un sistema diagnóstico que convierte problemas cotidianos y normales de la vida en trastornos mentales". Lo vemos con frecuencia. No hay catástrofe colectiva o accidente colegial o muerte de un familiar o incluso abandono de una novia sobre los que no se tienda cada vez más a acudir de inmediato al psicólogo -o mejor dicho, el psicólogo se presente allí y supongo que no por la cara-, con la probable secuela de receta de ansiolíticos en tromba. ¿Qué diría mi padre que hizo una guerra, las pasó caninas, resultó herido y acabó sobreviviendo y más fuerte en su entidad personal que nunca? Entonces no existían psicólogos ni antidepresivos. Carga crítica con conocimiento de causa la opinión de Allen Frances: "Hace seis años coincidí con amigos y colegas que habían participado en la última revisión y les vi tan entusiasmados que no pude por menos que recurrir a la ironía: habéis ampliado tanto la lista de patologías, les dije, que yo mismo me reconozco en muchos de esos trastornos. Con frecuencia me olvido de las cosas, de modo que seguramente tengo una predemencia; de cuando en cuando como mucho, así que probablemente tengo el síndrome del comedor compulsivo, y puesto que al morir mi mujer, la tristeza me duró más de una semana y aún me duele, debo haber caído en una depresión. Es absurdo". No subestimemos, por favor, la capacidad de aguante y de superación de los seres humanos. Dejad que estos crezcan en y tras las dificultades -y no solo se crezcan mientras duran- y echémonos unos a otros una mano para evitar que todo sea tan tortuoso. Eso podríamos añadir. Sobre el negocio de los medicamentos psiquiátricos...punto y aparte. Casi tan extendidos como las patatas, por el bien del business de las multinacionales del ramo.
http://sociedad.elpais.com/sociedad/2014/09/26/actualidad/1411730295_336861.html
ResponderEliminarPor si alguien quiere leer sobre el tema.
No soy ningún técnico, medico, diplomado ...ni tengo nada que ver con esta ciencia que estudia el comportamiento humano, pero de lo que estoy seguro es de que a esta generación, la quinceañera, le falta en general, espíritu de sacrificio, y eso se pagará muy caro.
ResponderEliminarCapacidad de sacrificio, aguante, espera, paciencia y todo lo que conlleva el saber tener aguante.
Necesitarán muchas pastillas, porque lo que se les viene encima es muy grande.
Viven en el despilfarro continuo sin aprovechar los recursos. Ni la Tierra tiene tantos , ni se está tan preparado como para que todos sean los primeros y ganen un gran sueldo.
Salut
Cada cual tiene su manera de enfrentarse al dolor de las pérdidas, a las decepciones y a cada problema que la vida plantea. Todos pasamos por crisis, después asistimos a un renacimiento y nos volvemos más fuertes. Cierto que hay casos que necesitan de ayuda médica, pero dispensar medicamentos sin llegar a la raíz del problema nada soluciona. Gracias por esta entrada, me parece interesante. Un abrazo.
ResponderEliminarCiertamente todos somos susceptibles de pasar por ese microscopio según las distintas profesiones que nos analicen...y todos tendremos algo !
ResponderEliminarSaludos
En cierto modo tiene mucho sentido lo que nos cuenta Allen France, pero personalmente no culparía a las farmacéuticas, que no digo que no se beneficien de la idea de "una pastilla y sus problemas habrán desaparecido".
ResponderEliminarPienso que todo es producto de la vanalización generalizada a cerca de la vida, casi como un mero producto de consumo. Los valores, este término en desuso al que se le achacan matices políticos (nada más lejos) pierden distancias y se hacen "flacos". La educación tiene mucho que ver con esto, no se sabe manejar la vida, no se sabe manejar a los hijos, no se sabe luchar por vivir sin que se utilice el término "sobreviendo", y ese es un matiz ridículo. La vida es un regalo y debemos enfrentarnos con ella, no a ella, solucionar los "añadidos" con naturalidad, sin dramas. Bien es cierto que hay personas que ante la carencia de sustancias químicas, se ven imposibilitados para vivir como los demás y necesitan de la medicación, pero los individuos en general nos hemos vuelto cómodos, ñoños y con una gran dependencia externa a nosotros mismos, de ahí las típicas expresiones de "no, no, yo no tengo porqué pasar por esto, resuélvanmenlo..." o "quítenmelo de encima por la vía que sea"
Bueno, no se me ocurre nada que decir.
ResponderEliminarBesos y feliz día.
És cert que la majoria patim una angoixa o altra, fruit de la nostra implicació social i solament pel fet de viure. Però la simple contemplació d'un paisatge o d'un objecte ens pot retornar la calma.
ResponderEliminarLas multinaciones farmacéuticas fabrican las enfermedades mentales o trastornos mientras fabrican las pastillas. Pagan a psiquiatras y médicos para que hagan propaganda. Tienen su biblia, el DSM-V, diccionario psiquiaátrico consensuado, a su servicio.Esta es la responsabilidad.
ResponderEliminarLa nuestra es más que la banalidad la cobardía, la incapacidad de hacerse cargo de uno mismo, de las pérdidas, de la tristeza. La depresión es el significante para ocultar los mil sentimientos a los que no queremos enfrentarnos. Si es más responsable el que vende o el que compra no importa. Todo forma parte de la misma sociedad, tan triste por no aceptar su tristeza, tan cobarde por no aceptar su miedo, que tanto sufre por no caeptar su dolor.Un abrazo y gracias por el post.
quizás el hombre se olvidó de rezar...
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