"...Hay en el pueblo una amargura silenciosa, infinitamente paciente; esta amargura se encierra en sí misma y calla. Pero hay también una amargura lacerante: de pronto rompe en llanto y desde ese instante se deshace en lamentos. La padecen sobre todo las mujeres. Sin embargo, esa amargura no es más llevadera que la amargura silenciosa. El único consuelo que dispensan los lamentos es el de enconar y desgarrar aún más el corazón. Esta clase de amargura no busca siquiera consuelo, se nutre del sentimiento de insaciabilidad. Los lamentos responden tan solo a la necesidad de hurgar sin descanso en la herida." Incisiva descripción de Fiódor Dostoievski en Los hermanos Karamázov. Las historias del sufrimiento vienen desde lejos. Según qué, cómo y dónde, algunas se han amortiguado. Otras no. Las heridas son antiguas y siguen estando ahí, en acto o en potencia, no obstante los cambios de conductas sociales. Los cambios no están garantizados para siempre por la mera inercia temporal. La inercia por sí misma no asegura la protección ni a la sociedad ni al individuo. El individuo perece si no resiste y no reacciona cada día. El día sabe de luz y sombras, como el ser humano. Pero es el hombre quien debe elegir en cada jornada entre la claridad y las tinieblas.
Dedicado a todas las mujeres y en especial a las que pasáis por aquí.
Pintura de Kuzmá Petrov-Vodkin
Muchas gracias. Has elegido a un autor que bien conocía el sufrimiento; las heridas para cicatrizar necesitan de la luz y del aire limpio. Y las que anidan en el corazón requieren, además, la buena palabra y un horizonte de amanecer donde perder la vista.
ResponderEliminarUn autor suficiente, aunque no único, de la narrativa rusa para conocer a fondo el alma humana, sea cual sean los géneros, las clases, las motivaciones o intereses que les impulsen. Literatura de quilates.
ResponderEliminarMuchas gracias. ¡Exquisita entrada!
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