"Cuando me convertí en escritora, mi mesa se convirtió en mi patria; ya no necesité otra." Jhumpa Lahiri en una entrevista en El País. ¿Y por qué no? ¿Somos hijos de un origen y su inercia o lo somos más bien de lo que hacemos?
Parece simplemente una nueva boutade sobre el concepto patria: que si la patria es la bandera, que si es la infancia, que si es la ideología, que si son mis hermanos, que si la lengua que hablo, que si es el suelo donde vivo, que si es el territorio donde me siento integrado y feliz...Hay interpretaciones para todos los gustos, y eso está bien. Pero la patria ¿siempre tiene que ser algo conectado con el origen, que normalmente significa la caída en este mundo? Nos nacen y en cierto modo nos crecen. Incluso desearían que siguiéramos un rumbo bajo control hasta el fin de nuestros días. Me sirve el transitivo que no es correcto, pero me habla con más claridad. La dicotomía al uso del sacro unos nos hacen y de ellos provenimos y la otra expresión complementaria nosotros hacemos siempre es relativa.
Muchas veces nuestros orígenes no nos proporcionan más que una puesta en este mundo, y es de agradecer al bagaje que ello implica, si tal bagaje nos beneficia. Y sin embargo, muchas de nuestras obras personales -cuya manifestaciones se llaman entrega, esfuerzo, imaginación creativa y tesón- se convierten en el ámbito que nos nutre, en una dialéctica en la que nos reconocemos. Donde nos originamos con libertad. Tenemos la sensación de estar ahí con sentido. El sentido y el quehacer personal nos protegen con más sinceridad y madurez que las invocaciones a un origen, a un Estado o a una nación, que frecuentemente suelen ser más yugos a los que uncirnos que elementos de libertad interior y de conducta que nos ennoblece.
Expresivo este testimonio de la escritora Lahiri, autora del precioso título Tierra desacostumbrada: "Mi lengua materna es el bengalí, era lo que hablaba y oía en casa,pero solo sé escribir mi nombre y lo leo con dificultad. Aunque lo lamento, para mí es una lengua oral.Pero, aunque fui educada en inglés y escribo en él, tampoco me siento identificada con este. Para mí el inglés es una madrastra con la que me llevo muy bien. Cuando nació mi hijo y le tuve en brazos, le hablé en bengalí porque esa era la lengua para expresarle mi amor." ¿Será pues la patria también -y quién sabe si acaso sobre todo- el ejercicio del amor?
Me ha gustado mucho tu entrada. Tu planteamiento de 'nos nacen y nos crecen' y el hecho de que nuestras propias obras crean una dialéctica que nos reconoce, como así dices. Visto así, que coincido contigo, la patria, para mí está en uno, y desde uno el ejercicio del amor que planteas, el recibido, el que ofreces, el que ofrecerás, todas las preguntas, todas las búsquedas, el origen mismo -la genética-, y el inevitable fin.
ResponderEliminarCariños,
Nená
N'estic llegint La fondalada, d'aquesta escriptora. El que tu expliques és ben bé el tema del llibre, personatges entre l'Índia i els EEUU, entre la tradició i el progrés.
ResponderEliminarMás bien creo como dices que es el ejercicio del amor, decía Wislawa Szymborska "Soy casualidad como todas las casualidades. No acepté, no estuve, no fui"
ResponderEliminarAmén.
ResponderEliminarQue la "patria" nunca amarre, castre, enceguezca, impida crecer, relacionarse, abrirse al mundo ancho ajeno y lejano.
ResponderEliminarMi patria es mi mesa de trabajo, mi hacer y renacer, mi agradecimiento a la tierra noble que me abraza y contiene.
Patrias, matrias, fratrias...¿para cuándo uno mismo?
ResponderEliminarMagnífica entrada. El retorno a las banderas y a la épica de la patria, de la que siempre hay que salvar del enemigo, con nuestra vida y bienes, si viene al caso, se pulveriza cuando entendemos que somos una especie cuyo signo distintivo es la permanente migración. Nos nacen, sí, pero al fin nuestra familia y la patria son puntos de fuga en el horizonte y como bien dices, el inicio desde donde elegimos - en lo poco o mucho-qué es aquello que nos define como individuo.
ResponderEliminarEl grito de soy español, catalán o senegalés, como seña de identidad me parece una simpleza, y su único sentido debiera ser solo con efectos administrativos que permitan la libre circulación por el planeta.
Interesante postura sobre un concepto que para quien, es distinto.
ResponderEliminar=)