Hay poemas que escalofrían:
"no
las palabras
no hacen el amor
hacen la ausencia"
Quiero ser más moderado y pensar: acaso las palabras sustituyen al amor. O bien: tal vez las palabras compensan la ausencia. O más juegos, ahora interrogativos: ¿y si las palabras incentivan el amor? ¿y si escribir conjura ausencias? O modos imperativos: hágase el amor por la palabra, o bien: vade retro, ausencia. Pero cuando leo lo que viene después:
"si digo agua ¿beberé?
si digo pan ¿comeré?"
entonces la conciencia de una inevitable intemperie me ocupa (o desocupa) del todo. Por más que lo intentemos, no comemos la palabra pan ni bebemos la palabra agua. Y el hambre y la sed no se cubren con el ejercicio de una sintaxis.
(Flaqueza mía esto de leer a Alejandra a la medianoche, su En esta noche, en este mundo)
Bueno, seguro que hay pecado peores, Un beso , feliz semana, me gustó compartir tu espacio hoy, muy bello.
ResponderEliminarComparto el comentario de AMAPOLA, y añado : leer no es un pecado a ninguna hora.
ResponderEliminarSalut
Ojalá se pudiera solucionar el hambre o la sed con las palabras. Pero no, no es así. Admiro a Alejandra Pizarnik y supongo que, a veces, las palabras de amor sirven para congregar ausencias o fantasmas y las palabras de soledad,a menudo, para acercar el amor. Saludos dominicales.
ResponderEliminarGracias. Amo a Alejandra desde que tengo uso de razón poética.
ResponderEliminarLlevo viniendo aquí hará uno o dos meses, ¿tienes alguna recomendación de entre tus entradas? Me las tomaré como recomendación de autores. Tus comentarios son excelentes.
ResponderEliminar¡Un abrazo! ^_^
Tus reflexiones son tan hermosas como los versos de Alejandra Pizarnik...
ResponderEliminarComo ves, la admiración es mutua... Un abrazo, Poeta..