4.12.13

Una brizna de Chantal Maillard




















Una brizna de Chantal Maillard en sus Diarios indios: "¿Cuánto de lo que hacemos lo hacemos por hacerlo y cuánto para contarlo? ¿Qué de nuestra vida está vivido y qué está fotografiado y empaquetado para vivirlo después, cuando pueda ser comunicado? ¿Cuánto de auténtico viaje hay en nuestra vida y cuánto de turismo?" Tal vez deberíamos instalar un cortafuegos, siquiera temporal, entre cada acto en sí de nuestras vidas y esa extensión adulterada de nosotros con la excusa de los demás. No nos basta el instante bruto de nuestros actos, aun sabiendo que ahí somos. Con nuestras imperfecciones, dudas, insuficiencias; en definitiva, auténticos en nuestra bestialidad, por muy revestida de cultura que nos parezca. El miedo (al error, a la incomprensión, al defecto) o la inseguridad (por vernos marginados, por no estar en línea con lo comúnmente admitido)  ¿es lo que nos lleva a transformar en materia de comunicación con los otros nuestra veta para que se convierta en mena? Tendencia sospechosa a vivir como segundas o más vidas el relato de lo que nos acontece. En contrapartida, la propuesta de probar el silencio cual cortafuegos.




Fotografía de Saul Leiter

2 comentarios:

  1. El silencio como cortafuegos es una solución prudente -desde mi punto de vista: un ni frío ni calor, en la vida hay que tomar partido-. Personalmente culpo de esta dualidad que expones a la herencia cultural a la que nos vemos sometidos, no sólo social, sino familiar y personal. Los hay que saben localizarla muy bien y la aíslan con una cierta soltura, y son más libres respecto a esa 'extensión adulterada', pero una gran mayoría sucumbe a las formas aprendidas y al qué dirán.
    Beso,

    Nená

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