Tras las devastación. Ni las ratas. Nieve o cenizas. Las estatuas parecen haberse encarnado humanas tras el abandono. Ya tenían antes la forma y la actitud. Una ficción. Ahora encajan en el nuevo paisaje. El del vacío y la soledad. En el grupo de estatuas, aunque se echan unas a otras una mano, no hay reconstrucción todavía. Otra estatua vigila o bien supervisa. O incluso puede que siga esperando ser repuesta, debido a su atributo elevado, en su solio correspondiente. Todo continua siendo representación. A la intemperie las estatuas, a diferencia de los hombres, dan la impresión de encontrarse en su medio. El comentarista ligero diría: la desposesión sienta bien a la estatuaria. Perdido el rol que otras culturas las concedieron, deambulan huérfanas tras la última batalla. Sin embargo, supervivientes de la aniquilación de los hombres y del desastre de los bienes, las estatuas nos sobrevivirán.
Una fotografía se encuentra repleta de texto en sí misma, habitualmente. Si está tan cargada de patetismo como ésta pueden sacarse muchas lecciones: de estatuas y de hombres.
Fotografía de Herbert List
Es una imagen inquietante
ResponderEliminarPor cierto soy Pérfida
Un saludo coleguita
Una imagen, como bien comentas de inquietud plena, donde el vacío lo envuelve todo.
ResponderEliminarSaludos.
Si, una imagen que trasmite inquietud, quizás malos augurios de un futuro más que previsible...
ResponderEliminarUn abrazo
Me gustó cómo interpretaste esa imagen.
ResponderEliminarLo extraordinario es que cada uno contaría una historia distinta sobre las estatuas... o las pasaría por alto y hablaría de las ruinas, de la destrucción, del tiempo...
Saludos.
Una cruda realidad...
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