"- ¿Qué vamos a hacer, Albertine?
Ella sonrió y, tras una breve vacilación, repuso:
- Dar gracias al Destino, creo, por haber salido tan bien librados de todas esas aventuras...de las reales y de las soñadas.
- ¿Estás segura? -le preguntó él.
- Tan segura que sospecho que la realidad de una noche, incluso la de toda una vida humana, no significa también su verdad más profunda.
- Y que ningún sueño -suspiró él suavemente- es totalmente un sueño."
Sigamos creyendo que nuestros relatos vividos son soñados, y que nuestros relatos soñados son vividos. Arthur Schnitzler nos lo viene a invocar en su novelita Relato soñado (Traumnovelle). No me basta aquello de que un sueño lleva a otro sueño y una realidad a otra realidad. Lo que vivimos es siempre un apareamiento.
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