4.9.14

El viejo de Clint Eastwood













Clint Eastwood, de todos conocido, en una entrevista de prensa: "Si uno deja de vivir mirando hacia delante no hay otra cosa que echar la vista atrás y eso es caer en la nostalgia". No se le puede decir que no, aunque suena tajante y excluyente. Algo así como mitad frase radical de juventud, mitad necesidad de no morir en vida. El actor se supera: "Nunca dejo que el viejo entre en casa". `Sabio por viejo, no por actor. Pero el viejo, lo viejo, ¿es aquella parte de nosotros que recuerda y saca conclusiones? ¿O se refiere al muermo, a la sensación de abandono de uno mismo, la tirada de toalla? Obviamente, cuando se avanza en años la tarea es ardua y el pulso cotidiano. ¿Por qué no conjugar un sentido de actividad y prospección, siempre que la salud lo permita, con el ejercicio de una sana memoria? Como nunca vivimos ni en el ayer ni en el mañana, solo nos queda recrearnos en el día. El Carpe diem latino no es solamente un lema para un ciclo pujante de la vida. La vida es una puja con uno mismo a cualquier edad y no nos queda otra que acometerla. 

  



1.9.14

La memoria de Stefan Zweig a nuestro servicio













No sé si todo lo escrito está para ser leído por cada individuo y, valga lo redundante, acogido en el terreno personal de cada cual. No por el volumen enorme de lo publicado, que también. Sino porque la calidad y el interés no siempre toca y es percibido por el lector. Lo escrito nos tiene que llamar, nos llama, en algún momento determinado de la vida. Antes o después un libro se nos descubre con toda su claridad, interés y virtud nutriente. O acaso no lo hace nunca, y no nos enteraremos de su dimensión aunque otros nos comenten. Por mucho que nos esforcemos en leer una narración, si algo interior y profundo no nos lo pide, pasarán las letras ante nuestros ojos y no nos sentiremos especialmente afectados. Algo tiene que ver todo lo vivido  -experimentación, convivencia, actividad, memoria-  para captar y digerir los textos que tantos autores nos ofrecen. Dice Stefan Zweig en el prefacio a El mundo de ayer: "No considero a nuestra memoria como algo que retiene una cosa por mero azar y pierde otra por casualidad, sino como una fuerza que ordena a sabiendas y excluye con juicio. Todo lo que olvida el hombre de su propia vida, en realidad ya mucho antes había estado condenado al olvido por un instinto interior. Solo aquello que yo quiero conservar tiene derecho a ser conservado para los demás". Dos pájaros de un tiro. Zweig nos deja claro por qué escribe un libro de memoria personal que lo es también de memoria histórica (sin prejuicios para el concepto, por favor) Y yo siento su relato, ya en sus primeras páginas, como un tesoro que me permita comprar mi libertad. Que el libro de Zweig se subtitule Memorias de un europeo sirve para que nos interesemos más en las conclusiones sacadas por un hombre que vivió tiempos sumamente convulsos. Para ayudarnos a comprender cómo cambiaron los tiempos que nadie esperaba y que tomaron aquellos terribles derroteros. O por si los nuestros pudieran llevar un camino análogo...y aún fuera posible evitarlo. 



28.8.14

Un poema de la galería de Antonio Machado
















Esta noche Antonio Machado, que es para mí un poeta perpetuamente presente, y un maestro, no solo literario sino de pensamiento total, y sobre todo ético, me deja caer de pronto uno de sus breves poemas de Galerías, el LXXXIX: 

"Y podrás conocerte recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos.

De toda la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños."

Nos persigue lo irrealizado, pero nos reafirma también. Lo que no fue, pero deseamos en su día, los anhelos que se apagaron una vez finalizó su tiempo preciso, la felicidad impura  -nunca existe un estado completo ni libre de interferencias en la percepción de lo que nos parece felicidad-  que nunca más volverá. Aquel mundo es el espacio de las posibilidades, que unas veces se materializa en actos logrados, otras en malogrados, otras en quedarse a medias. Y qué. Las posibilidades son un testigo que vamos tomando dentro de nosotros, cambiando de mano, de compañeros de viaje, de aspiraciones. De sueños las más de las veces. ¿Quién dijo que los sueños son quimeras y, por lo tanto, algo intangible? Me quedo con su poder de estímulo y su capacidad inmensa e inagotable para mantener los ojos abiertos.



Ilustración de Nunzio Paci




27.8.14

Ausiàs March sobre corderos y leones














Uno es raro en ciertas lecturas de verano. Pero ¿acaso los libros tienen estaciones? Hoy leo: "Sabios no son todos los que las cuestiones saben determinar y dar consejos, si frente al miedo son simples como corderos, pero para los deleites valientes como leones". Lo cantaba poéticamente Ausiàs March en el siglo XV. Que tengan plena vigencia actualmente ésta y otras reflexiones da idea de cuán poco han cambiado las apetencias interiores del hombre. Donde el poeta valenciano dice deleites póngase lo que se quiera: acaparamiento de poder, acumulación de bienes, hedonismo desatado, etc. Uno piensa si ya de origen biológico y de constitución animal los humanos no seremos sino esquizoides, personajes de doble o triple personalidad, mentes divididas por más que el orden cultural impuesto trate de corregir. March puntualiza, acaso pontifica: "Sabio es el que sabe aconsejarse hacia el bien que es propio y suyo, tomándolo, dejando los otros en reserva, mirando a los locos atribularse en el mundo." ¿Qué hubiera pensado el humanista de haber visto nuestro modo de vida regido por el consumo? Ya sé cómo llamarme cada vez que la desazón por lo inmediato me acose: loco atribulado. Si históricamente las tribulaciones se aplicaban a los que padecían carencia y necesidad, ¿no es indigno que nos sintamos atribulados por el lujo de una sociedad voraz que no cesa? Me gusta el peso del clasicismo filosófico sobre Ausiàs March; él hace de transmisor y actualiza. Y hasta aquí llega.




  

25.8.14

El sentido de los libros para Jaume Vallcorba






Editor Jaume Vallcorba: "El amor a los libros me ha acompañado a lo largo de toda mi vida, desde que leía en la cama, a escondidas de mi madre y en época muy temprana, La Isla del Tesoro, El Mercader de Venecia, o Cuore, de Edmundo de Amicis". ¿Quién no puede relatar una experiencia análoga, aunque no hayamos sido editores como el recientemente malogrado Jaume Vallcorba? Si a él le acunaban esos títulos a otros nos mecían Verne, Walter Scott o Harriet Beecher Stowe, y gracias, compartiendo, eso sí, toques de atención de los padres. ¿De aquellos polvos llegaron los lodos de lectura de adultos? De modo desigual, y con saltos, probablemente, pero no me cabe duda. Sigue diciendo el editor en su discurso de clausura del máster de edición de la Universitat Pompeu Fabra, que tuvo lugar el pasado mes de julio: "He aprendido mucho de los libros, ciertamente, pero no los estimo por lo que he aprendido, que es muchísimo, sino por encima de todo por cómo me han acompañado a lo largo de los años, configurándome y, quisiera pensar, que afinándome". Poder reconocer esto es haber llegado a un punto de valorar sensatamente los caminos del aprendizaje de la vida. Que la supuesta ficción  -¿o lo novelado solo es una relación de acontecimientos con múltiples e ingeniosas formas narrativas?-  marque a un lector y le haga e incluso le afine, desenvolviendo las facultades de la sensibilidad y del entendimiento, nos llevaría a hacernos preguntas hondas sobre la dimensión de la existencia. Y no necesariamente metafísicas. ¿A tanto puede llevarnos leer? "Estoy convencido -continúa Vallcorba- de que un libro es capaz de modificar a su lector por el simple hecho de haberlo leído; que puede cambiar, en el lector, algo importante, de manera que se podría decir que no es la misma persona antes que después de haberlo leído. Porque leer es dialogar, es 'escuchar con los ojos a los muertos y tener conversación con los difuntos', como decía Quevedo siguiendo un viejo y noble lugar común. Con pocos libros se puede tener al alcance el pensamiento humano, y del diálogo con él deriva, es sabido, cualquier conocimiento y cualquier construcción de una personalidad, ya sea individual o social. Por esto creo que editar es un trabajo que conlleva una cierta responsabilidad". No ha sido baladí la tarea y el empeño del editor que falleció el último sábado. Basta con mirar los estantes de una librería y ver el canto de los libros en que el nadador de la vida se tira al océano, del que acaso espera todo.















21.8.14

El tiempo de la vida para Lee Miller















Fotógrafa Elizabeth Lee Miller en carta a su marido Roland Penrose: "Le sigo contando a todo el mundo que no he malgastado ni un minuto de mi vida: lo he pasado maravillosamente, pero sé, en el fondo de mí misma, que si tuviera que volver a vivir sería aún más libre con mis ideas, con mi cuerpo y con mis afectos". ¿Es la existencia un cómputo cualitativo y cuantitativo de experiencias? Una pregunta que no interesa tanto cuando alguien confiesa que la vida le ha dado frutos y ha sabido aprovechar y disfrutarlos. Ella, Lee Miller, marcada en la infancia por la agresión sexual, aparentemente superada, pudo llevar en cierto modo por siempre el estigma de la herida oculta, de la que nadie supo jamás. Su personalidad activa y de mujer libre empezó a manifestarse desde temprana edad haciendo más adelante profesión de fe de un vivir como quería, eso sí, beneficiada por su condición de niña burguesa. Dicen que la Segunda Guerra Mundial, donde trabajó como corresponsal, también le acercó a la profunda herida colectiva. De este modo habla la estatua en la película de Cocteau La sangre de un poeta, en la que ella tuvo una interpretación: "¿Crees que es tan sencillo deshacerse de una herida, cerrar la boca de una herida?" Difícil interpretar la conjugación de vida hedonista y aventurera con la percepción de las heridas ajenas, pero concluir como ella que si tuviera una nueva vida iría todavía más allá en la misma línea vivida me parece de una claridad casi voluptuosa, capaz de hacernos palidecer envidia a cualquiera. Dice Epicuro en una de sus Exhortaciones: "Una vida libre no puede llegar a poseer muchas riquezas, porque éstas no son fáciles de alcanzar sin servir a la multitud o a los poderosos, sino que es dueña ya de toda clase de bienes en permanente abundancia." ¿Habría llegado a conocer Lee Miller la mentalidad del filósofo griego? ¿Se reservaba Miller esta línea de conducta para una segunda vuelta, si ello fuera posible?



Fotografía de Lee Miller por Man Ray


   

20.8.14

Le Clézio y su anhelo


















“Quisiera ir más allá del lenguaje, dejarme llevar por una poesía en estado puro, una poesía creada por gestos y por los ritmos de la danza; es decir, por el ser en ebullición”, propone el escritor Le Clézio. Sin embargo, en la manera de expresarlo se ve que ya queda atrapado en las redes del lenguaje que se revela infinito. Más allá del lenguaje está el silencio. Cierto que hay otras expresiones inventadas desde muy antiguo, tales la gesticulación y la danza. Ellas también logran que nos traslademos por otros caminos a lo profundo de la materia. Pero estas otras expresiones son siempre complementarias con el lenguaje de la palabra activa. A ella se acercan y de ella se alejan para recomponer el retorno al estado bruto, físico, a veces impenetrable, de lo que aún no ha sido tratado. Creo en la pureza de lo bruto, de lo no contaminado, en el sentido de perseguir el hallazgo del propio estado natural de las expresiones humanas. Una constante búsqueda de quienes juegan y prospectan con las palabras. Y a las que. en ocasiones, hay que abandonar  para escuchar nuestra propia ebullición sin intermediarios.



19.8.14

La pirueta mortal de García Lorca




















"Si muriera el alfabeto
morirían todas las cosas.
Las palabras
son las alas.

La vida entera
depende
de cuatro letras"

Esto cantaba Federico Garía Lorca en su poema Pirueta. ¿Se salvó el alfabeto? A punto estuvo de morir con él. No sé si al alfabeto lo salvaron cuatro letras que pronunciaban alas con gran clamor o si será algo inextinguible. A él las alas de nada le sirvieron, más bien le condenaron. Pero para los supervivientes y para todas las generaciones que llegamos después el trágico final del poeta obró como acicate. Y la voz antigua de la tierra, que diría León Felipe, que sirve para recoger el trigo y alimentar el fuego debía tener unas alas poderosas, no obstante la barbarie y la saña con que fue perseguida. Y así las alas de los poemas de Federico, de sus obras teatrales, de sus cartas y escritos varios, han venido obrando como catarsis de una vida que no quiere reducirse nunca a un simple proceso que va del alfa al omega. Nunca, nunca prescindamos de las palabras. Tal vez haya que recuperarlas con más precisión y rigor, hacerlas más auténticas y humildes, dotarlas de más esperanza y menos soberbia. Setenta y ocho años después del crimen  -Federico no se fue ni nos dejó-  su obra es una fuente inagotable de alegría. Tanto la necesitamos...    


18.8.14

El arte subversivo de Joe Sacco

















Joe Sacco, ilustrador de cómic: "Creo que lo que tiene el cómic es que es un arte subversivo". ¿Será por esa razón por la que tanto atrapa a niños y sobre todo a jóvenes? ¿Será también el motivo de que esté cada vez más en auge entre adultos? La razón de la transgresión. Sin olvidar que dos elementos visuales, pero de diferente perspectiva, imagen y texto, procuran un enganche arrebatador. No tienen por qué entrar en colisión con los libros, incluso puede que conduzcan a estos antes o después. O, simplemente, ser de seguimiento paralelo. La transgresión no solo suele ser ideológica, sino sobre todo emocional, y antes o después una exigencia del individuo para superarse. Acaso no hay subversión si no hay transgresión.



16.8.14

Thomas Bernhard y el profesor que cazaba luces




















Cuenta (se inventa o transmite) Thomas Bernhard en esa joya de relatos brevísimos titulada Acontecimientos y relatos que un profesor se había vuelto loco estudiando las mariposas. Y lo primero que uno piensa es si se volvería orate por entrar en otros mundos o por no soportar el propio de su especie. En su obsesión, el profesor quiere salir a cazar mariposas de noche, encuentra resistencias en su entorno pero consigue imponerse. "Dice que quiere atrapar las luces, todas las luces, porque no hay nada más precioso que la luz". De esta observación saben todos los humanos, pero especialmente los niños, los enfermos y los artistas plásticos y, naturalmente, algunos captores nocturnos de mariposas. "Dice que quiere coleccionar las luces, conservarlas en lugar seguro y publicar un libro sobre ellas. De manera que se pasea de noche sin ser molestado, capturando luces". Ahora es cuando vuelvo a preguntarme: ¿quién no ha tratado de atrapar estrellas, gusanitos de luz o sonrisas nocturnas luminosas alguna vez? El profesor fue más lejos: "Una noche llega a la vía férrea. Levanta su cazamariposas hacia las dos luces del expreso que van aumentando rápidamente de tamaño. Cuando están justo delante de él, las atrapa con un rápido movimiento de sus manitas juntas".



Ilustración de Javier Olivares


12.8.14

Yann Andréa, hace tiempo abandonado por Marguerite













Algo tienen de doble juego las palabras de los escritores. Algo que sin ser lineal resulta premonitorio. Solo porque el proceso natural de las cosas  -que está dotado también de incidentes y accidentes, de azares imprevistos y de quiebras repentinas-  puede ser presagiado hasta cierto punto. Aunque escrito hace treinta y un años, Yann Andréa termina esa especie de diario novelado titulado M.D. Marguerite Duras:

"En la habitación de las cortinas azules escribo cerca de ti, dormida en la cama. Escribo únicamente para estar ahí, en presencia de tu sueño.

Veo tu cuerpo, oigo el ritmo regular de la respiración, estamos los dos inmersos en ese amor del primer día, en esa sonrisa repentina y definitiva.

Escribo para mantenerte a mi lado, para hacer que la separación sea menor, para sustraerte a la mortalidad. Mientras duermes, hago lo que haces tú cuando no haces nada: escribo".

Hace apenas un mes encontraron muerto al último gran amante de Marguerite Duras. Puede que además de amantes ambos fuera amateurs, es decir cómplices, eternos aficionados acostumbrados el uno al otro, disputados el uno contra el otro, reencontrados el uno con el otro. Devotos de sus soledades y brujos de sus conjuros para combatirlas: la escritura. Escribir para sustraernos a la mortalidad, una propuesta nada banal, tal vez la única razón profunda y severa que nos consuela. Pues, como sigue diciendo Yann:

"El tiempo es incierto, sin pasado, sin futuro, sin presente, es una sucesión de puntos, un mecanismo inexorable".












11.8.14

Agustina Bessa-Luis: vida es novela y novela es vida















Que Daniel Mordzinski fotografiara en una ocasión a Agustina Bessa-Luis de esta guisa no dice tanto del fotógrafo como de la narradora. ¿O cómo llamamos a Agustina? Dan ganas de llamarla simplemente coqueta o, mejor aún, vigilante de su propia estética. Una autora portuguesa que prácticamente ha escrito de todo -novelas, cuentos, artículos, literatura infantil, poesía...- ¿cómo encajarla, que sería tanto como encajonarla? "A mí me gusta vivir como si la vida misma fuera una novela", responde en una entrevista que una vez le hicieron Mauricio Jalón y Fernando Colina para un libro de Cuatro Ediciones. Fascinante bingo el logrado por esta mujer. Establecer una relación personal de causa a efecto entre vida y literatura dice todo a su favor. "Me parece haber conservado siempre un enorme amor por retratar la vida y, sobre todo, por vivirla, incluso, como si fuera el retrato de mis novelas". Cuando se vive con esta mentalidad, o mejor dicho, con esa solicitud ¿no fluye acaso de manera enriquecida la vida cotidiana y paralelamente la plasmación imaginativa de una narración? ¿No se percibe una corriente saludable en ello? Esta actitud no creo que sea solo propiedad de una escritora abundante y madura, sino que vivir introduciendo grandes dosis de imaginación es probable que esté más extendido de lo que pensamos entre cuantos nos rodean. Simplemente como método de supervivencia o de un cierto placer. Insiste Bessa-Luis: "Para mí no hay diferencia entre lo que ocurre a nuestro alrededor y lo que se puede escribir. Para mí, vida es novela y novela es vida. Yo creo que el artista debe tener el don de la imitación, como dice Kafka: cuanto más imita, más novelista es. Pero no debe ser una imitación imitada, sino imitación de la vida. No ha de ser nunca imitación de la imitación. El verdadero escritor no sabe que imita aunque lo haga: traduce la vida."




9.8.14

La maldad de la vejez, que dice Thomas Bernhard




"Voy entrando lentamente en la maldad de la vejez", dice Thomas Bernhard a Krista Fleischmann en un libro entrevista, o conversaciones pasadas a libro, editado hace dieciséis años. Me gusta este género de libros pues, por regla general, su lectura resulta más fluida. Saber del pensamiento y de los actos de un autor a través del desparpajo y a veces las respuestas sin contemplaciones, aunque luego puedan pasar la criba, donde la intención del entrevistador en ocasiones lo convierte en un debate enriquecido, es más cómodo que leer el corpus de una obra teórica. No quiero ni pensar si a los filósofos de cualquier época, sobre todo los más luminosos  -espero que los haya-  y supuestamente constructivos les hubieran entrevistado. Como sistema de divulgación hubieran incidido más; ahora bien, ¿para mejor o para peor? Lo dejo abierto y a la contemplación caritativa de cada cual. 

Bernhard: "Los viejos se vuelven cada vez más malvados. Los niños son malvados, los seres más malvados que existen. El viejo, se dice, vuelve a ser niño; así pues, recobra la maldad de la niñez y tiene además la terrible maldad de la vejez, que es el mayor atractivo de las personas." Y yo que pensaba que ser viejo era ser más sabio, aunque uno vea cada cosa en el entorno de la gente mayor que no es precisamente para admirarles como sabios...No obstante, es un tema en que el tópico y lo real se pelean, pues los rostros de los comportamientos oscilan y se contradicen con harta frecuencia en los individuos. ¿Existe la ancianita siempre bondadosa? ¿No hay sino un viejo gruñón? Tal vez lo único que hacemos las personas sea prolongar nuestra manera de ser de toda la vida -más suavizada o más crónica dependerá de la suerte tenida por cada uno en su vida cotidiana- y proyectar nuestros estilos átonos o tónicos en función de nuestro pensamiento depurado o nuestras dolencias agudizadas. "Los viejos sin maldad son insoportables", asevera irónicamente el escritor austriaco. "Lo mismo que los niños sin maldad. Un niño bueno es para estrangularlo y un viejo lo mismo", se ríe sin concesiones el autor. Ahora bien, pone la guinda: "Lo que más me gusta es en realidad la maldad, pero siempre, naturalmente, si afecta a los demás, eso se lo puede decir a cualquiera". Ay, los demás, esa frontera clara y auténtica donde nos desenmascaramos por mucho que hablemos del bien común.



6.8.14

Poeta prometeico busca la luz




















Poeta prometeico y desterrado León Felipe:

"Luz...
Cuando mis lágrimas te alcancen
la función de mis ojos...
ya no será llorar...
sino ver..."

El sino de las palabras cabales y exactas es que éstas siempre vuelven. O tal vez porque no se han ido, porque no pueden irse mientras acechen las tinieblas en un solo ser humano. ¿Previó Prometeo la revuelta de los hombres? Se supone, puesto que el robo del fuego a los dioses puede considerarse el principio de la razón de ser consciente de nuestra especie. ¿Cuántos Prometeos se rebelan hoy? Hay algo más que ciertos virus que aparecen en un continente inmenso; hay sobre todo señales desesperadas. Los habitantes relegados quieren ver de nuevo, no cegarse con lágrimas que apenas salen ya por la rabia contenida. Quién sabe si sus lágrimas o su sequedad, o algo más turbio, no tardarán en alcanzarnos.



Fotografía de Angèle Etoundi Essamba



1.8.14

La receta del humor frente al fanatismo, para Amos Oz














Amos Oz, escritor israelí: "La actual crisis del mundo, en Oriente Próximo, o en Israel/Palestina, no es consecuencia de los valores del Islam. No se debe a la mentalidad de los árabes como claman algunos racistas. En absoluto. Se debe a la vieja lucha entre pragmatismo y fanatismo". Amos Oz es un escritor vilipendiado por la ortodoxia judía y tenido bajo sospecha por el Estado de Tel Aviv. No obstante, tampoco es de los que conceden argumentos fáciles a los que, por el mundo, quieren ver los acontecimientos complejos en la dinámica extrema de o todo blanco o todo negro. Y añade en su librito Contra el fanatismo, que editó Siruela hace tiempo: "(Se debe a la vieja lucha) entre fanatismo y pluralismo. Entre fanatismo y tolerancia". Esto lo decía a raíz de los atentados del 11S en USA, pero podría seguir aplicándose a cualquier situación posterior, incluso el conflicto presente en el que Israel desempeña su máquina de guerra con un enemigo menor. "La típica reivindicación fanática: si pienso que algo es malo, lo aniquilo junto a todo lo que lo rodea. El fanatismo es más viejo que el islam, que el cristianismo, que el judaísmo. Más viejo que cualquier Estado, gobierno o sistema político. Más viejo que cualquier ideología o credo del mundo. Desgraciadamente, el fanatismo es un componente siempre presente en la naturaleza humana, un gen del mal, por llamarlo de alguna manera".

Quien más o quien menos hemos vivido los efectos del fanatismo con baja intensidad (en una conversación alguien mantiene una postura intransigente y condenatoria de otras posiciones políticas o simplemente de conductas sociales) o bien de una calidad extrema (basta echar un vistazo a la historia del siglo XX) Amos Oz aporta una receta con buena intención, aunque pienso que no siempre con resultados definitivos. "El sentido del humor es un gran remedio contra el fanatismo. Jamás he visto en mi vida a un fanático con sentido del humor. Ni he visto que una persona con sentido del humor se convirtiera en un fanático, a menos que él o ella lo hubieran perdido. Con frecuencia los fanáticos son muy sarcásticos y algunos tienen un sarcasmo muy sagaz, pero nada de humor. Tener sentido del humor implica habilidad para reírse de uno mismo." Para mí es la clave. En nuestras relaciones de vida cotidiana y en el traslado de nuestras ideas y opiniones a los colectivos que nos representan. Pero algo falla, y tal vez no sea una actitud suficiente. O acaso resulta que es escasamente compartida. Naturalmente, cuando lo perentorio no es satisfecho, cuando el ultraje se convierte en una actitud del Poder frente a los súbditos, cuando la agresión a la dignidad humana es lacerante y aniquiladora, ¿dónde puede quedar la medicina del humor?



28.7.14

Fadhil Thamir y la falta de fe literaria















Cuando le pregunta el periodista al crítico literario bagdadí Fadhil Thamir si es cierto que en Irak se lee lo que El Cairo escribe y Beirut publica (según un viejo dicho de la zona) el crítico responde: "Ahora ya no: tras las guerras la gente perdió la fe en la literatura". ¿Sería porque lo real y tangible se había impuesto incluso literariamente, a base de sangre, fuego y sufrimiento? ¿O porque lo esencial en los momentos terribles de un país que se deshace en pedazos es sobrevivir y lamentarse por las heridas? ¿O acaso porque todos los ingredientes literarios ya se fraguan de tal manera en el horno del padecimiento que sobran las palabras que fingen? Ante la presencia de la barbarie, la fe humana quiebra, con dioses o sin dioses. Me viene a la memoria aquel comentario de Adorno sobre Auschwitz, si bien sobre la capacidad de escribir tras el exterminio, y que rebusco: "Incluso la conciencia más radical del desastre corre el riesgo de degenerar en cháchara. La crítica de la cultura se ve confrontada al último grado de la dialéctica entre cultura y barbarie: escribir un poema después de Auschwitz es bárbaro, y este hecho afecta incluso al conocimiento y explica por qué se ha hecho imposible escribir poesía en la actualidad". Fue Primo Levi, superviviente afortunado de las matanzas, el que puso su guinda: "Tras Autschwitz no se puede escribir poesía, salvo sobre Auschwitz". Naturalmente uno piensa en los viejos ejercicios de escribir y contar y de leer las historias y las maneras de vivir la vida bajo el prisma ficcionado, y cómo pueden verse afectados por largo tiempo...hasta que el tiempo introduzca nuevas visiones o recupere las viejas.  



26.7.14

De arados y armas, desde el Libro del Tao















Leído en el texto LXXV del Libro del Tao:

"Las armas,
instrumentos nefastos.
Detestadas por las cosas,
el hombre que posee el dao no las emplea".

Visto cómo está el mundo y los riesgos que se van acumulando no parece que el dao interese mucho a los habitantes del planeta. Mucho menos a sus dirigentes ciegos. Y como dao digo prudencia, sabiduría, nobleza, pacificación, construcción del hombre. ¿Invocamos de nuevo y una vez más el desarrollo de los arados como contrapartida? Pero no ocultemos el pasado de la humanidad. El sílex fue materia para obtener el alimento y para disputárselo a otros homínidos. El hierro fue elemento para construir, cazar y también imponerse a otros grupos. Las energías modernas proporcionan mejoras y bienestar (relativo) y también amedrentamiento y destrucción. Extraño y contradictorio viaje el de los arados y las armas, aunque se dirá que más bien complementario. Complementario para la vida y para la muerte. Del dao ni se sabe dónde mora, dónde flota, en qué corazones es acogido. Existir existirá, pero no se muestra. Seguiremos esperando el camino, a la vez que lo recorremos, Lao Zi.





24.7.14

No querer ser el que se es, fantasea Giovanni Papini














¿Quién no ha sentido alguna vez el deseo de no ser uno mismo? Habrá quien diga que incluso con frecuencia. Anhelo, ficción, fantasía, reniego. Según las circunstancias límite, según la desesperación, según la curiosidad, según el grado de abulia. Giovanni Papini en su cuento No quiero ser más el que soy:  "Me esforzaré por conservar la calma. Trataré de ser claro. Elegiré la fórmula más neta, más simple, más natural: Me he dado cuenta de que no puedo ser yo mismo. Me he dado cuenta de que no podré nunca -nunca, ¿comprenden?-, de que no podré nunca cesar de ser yo mismo. Quizá no me haya explicado bastante. Veamos: yo quisiera, pues, cambiar. Pero cambiar seriamente -¿comprenden?-; cambiar completamente, enteramente, radicalmente. Ser otro, en síntesis. Ser otro que no tuviera ninguna relación conmigo, que no tuviera el mínimo punto de contacto, que ni siquiera me conociese, que nunca me hubiera conocido". El poder de ser lo opuesto que en este caso no es lo complementario. Ser otro absolutamente implicaría no ser ya el mismo. Pero el poder de la cursiva viene al encuentro del narrador. Aunque no sepa ser yo mismo tampoco puedo ser otro porque no puedo dejar de ser el que soy y siempre será así porque nunca nunca nunca podré ¿cambiar?, me da en emular a Papini. Tal vez hay que relativizar la idea del cambio. Simplemente teniendo conciencia más efectiva de lo mucho que cambiamos a cada paso de nuestros días. Tal vez tratando de coger un poco más el toro por los cuernos, antes de que nuestras defensas vitales nos pidan lo imposible. 



19.7.14

Robert Desnos, poeta del amor y de la resistencia




















Congoja de leer por la noche a Robert Desnos. ¿Quién recuerda al poeta hiriente y herido? ¿Cuántos lo conocen en nuestro país? Y sin embargo qué necesidad seguimos teniendo de leer versos tan contundentes como este: "Amo el amor, su ternura y su crueldad". ¿Amar sin precio? ¿Amar sin expectativas? ¿Amar para sobrevivir? ¿Amar con todas sus consecuencias, incluidas las del desamor? ¿Amar malgré lui? "Piensa, se lo ordeno a tu fantasma familiar, que fui el único que te amó más y que es una pena que no lo hayas sabido", canta melancólicamente en su bello poema A la misteriosa. Desnos tiene dos hermosas obras cual epopeyas sobre el amor: A la misteriosa y Las tinieblas, en cierto modo complementarias. Pero ¿qué no fue complementario en su amorosa creación literaria? Acaso su extensa e intensa expresión poética fue lo menos frustrado. Él, el poeta del amor inalcanzado, el suplicante de la mujer que nunca llegó a responder a sus requerimientos, el resistente político sacrificial, el surrealista que rasgó la moda surrealista, el hombre que arriesgó hasta el fin sus convicciones para acabar pereciendo por mano nazi en Terezin con solo cuarenta y cinco años. Tal vez su vida fuera en gran medida lo que expresa en el primer verso del poema que viene a continuación, He soñado tanto contigo. Vivir la vida con un sentido onírico suficientemente lúcido para que tenga sentido por sí mismo vivir. O siquiera para resistir al empuje de la propia existencia. 


   "He soñado tanto contigo que pierdes tu realidad.
   ¿Aún es tiempo de alcanzar ese cuerpo vivo y de besar en esa boca el nacimiento de la voz amada?
   He soñado tanto contigo que mis brazos acostumbrados, de tanto estrechar tu sombra, a cruzarse sobre mi pecho, no se adaptarían al contorno de tu cuerpo, quizás.
   Y ante la apariencia real de lo que me obsesiona y me gobierna desde hace días y años, me convertiría sin duda en una sombra.
   Oh balanzas sentimentales.
   He soñado tanto contigo que ya no es tiempo sin duda de despertar. Duermo de pie, el cuerpo expuesto a todas las apariencias de la vida y del amor y tú, la única que hoy cuenta para mí, has de saber que me sería más difícil tocar tu frente y tus labios que los primeros labios y la primera frente que llegaran.
   He soñado tanto contigo, caminado tanto, hablado tanto, me he acostado tantas veces con tu fantasma que ya no me queda más quizá, y sin embargo, que ser fantasma entre los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que se pasea y se paseará alegremente por el reloj de sol de tu vida."


(Versión de Ada Salas y Juan Abeleira de la edición en Poesía Hiperión) 



14.7.14

El Prometeo de Juan Gelman















Poeta Juan Gelman: "Prometeo nunca dijo cómo se roba el fuego." Pero la acción precedió a la teoría. Y desde el mito la historia se repite sin saber si somos algo que no sea mito. "Prometeo nunca dijo cómo se roba el fuego / cómo la muerte al muerto / cómo las manos a recibir su nada. Los límites se ahogan en sus límites y nadie les da un pañuelo para que lloren de una buena vez." ¿Quién dijo que los límites existen? ¿No serán una invención para mantener encadenada a la tribu de Prometeo? ¿Por qué la cadena tiene que ser de eslabones perecederos? ¿Por qué no puede ser de propósitos y despropósitos? Empeño de los hombres en ser eternos exiliados de la fantasía. Sólo el fuego de Prometeo salva y hace libres si fragua la imaginación. La que reconoce la materia y se recrea en ella, ahuyentando primero el tiempo y a continuación la ignorancia. También canta Gelman en su bellísimo último libro Hoy: "El exilio del goce, las potencias sin orden del espíritu, espejos de la filosofía inventada. Vale la pena dar la vida por un gorjeo de canario con fresco olor y nadie que lo ensucie."



11.7.14

La naciente soledad de Chantal Maillard













"Nadie puede hacerme daño." Chantal Maillard en sus Diarios 1996-1998, también titulados Filosofía en los días críticos. ¿Puede cualquiera hacer esta afirmación con la contundencia que manifiesta la poeta? Rodeados de inseguridades y de acechanzas, poco parece ser tan firme y claro como que somos vulnerables. Y que estamos a merced del primero -individuo o circunstancia- que se encare con nosotros; siquiera nuestra desconocida intimidad puede ser nuestro enemigo. Pero hay algo más allá de uno mismo. Prosigue Chantal: "Me duele el dolor de otros. Convierto el amor en deseo; amo con desmesura. Nadie puede dañarme." Esa dolencia que causa el sufrimiento ajeno, ¿no es precisamente la vuelta de tuerca que cabe esperar para los más sensibles en la sucesión de ciclos de la vida? ¿Potenciamos el amor como conducta y no solo como invocación y palabra? ¿Es el amor un escudo o una creación? La poeta hace de sus sentimientos un manifiesto: "Aflora el gozo, el extraño gozo, tímidamente, allí en el centro de lo que no soy, siendo más. Allí, el germen de la libertad; todo es posible, todo, y no quepo en mí. Mi soledad es el lugar donde nace el universo." Conceptos que son propuestas que cada cual debe definir: el disfrute, la libertad, la soledad, la totalidad...O cómo hacer de lo relativo una constante que nos aliente. Todo es naciente dentro de nosotros. ¿Quién dijo que cada territorio de hombre es una maldita alienación, pudiendo ser una venturosa alienidad



9.7.14

Los tiempos muertos de Laloux y Topor













"En un lugar, en una galaxia muy poblada, hay un planeta como cualquier otro. Las criaturas de este mundo tienen cuatro miembros. Los dos inferiores les permiten moverse adelante y atrás, y los dos superiores les permiten matar. Hombre. Principal recurso: muerte. Viven por eso. Incluso mueren por eso." Así comienza una peliculita de 1964 dirigida por René Laloux sobre dibujos de Roland Topor, titulada Les temps morts. Versión ácida y aparentemente parcial, pero ¿alguien puede decir que están equivocados los autores con en esta interpretación? ¿No es acaso la muerte del hombre por el hombre una presencia en la Historia que algunos ensalzan cínicamente con la denominación de la épica? ¿No es la violencia y el daño una práctica ordinaria y axial en el transcurso y acontecer de eso llamado Humanidad? Pero no siempre el ser humano está matando y destruyendo, se podrá objetar. En un momento del film, la voz narradora se cuestiona: "¿Y qué hace un hombre cuando no está matando a otro hombre? ¡Mata todo lo que se le parece!" He ahí la respuesta a la objeción. He ahí la clave de una especie depredadora que parece asimilar su condición con la mayor naturalidad.

Mejor, pasar a ver la película. Al final cabe pensar: ¿qué fue de aquella pléyade de intelectuales y agotadores franceses que registraron libros y películas semejante a Les temps morts? Los dibujos de Topor, con ese eco de Goya, logra transmitirnos la frialdad de las relaciones humanas cuando estas se deslizan por el filo del mal.





7.7.14

Marco Aurelio en sus deliciosas Meditaciones














Que Marco Aurelio fuera emperador no le hacía ni mejor ni peor. Lo suyo, además del mantenimiento del Imperio era el sano ejercicio del pensamiento. Sabía bien cómo la intensidad no riñe con lo efímero, y que no hay que esperar más de las cosas que aquello que pueden darnos en su justa medida: "El tiempo de la vida humana, un punto; su sustancia, fluyente; su sensación, turbia; la composición del conjunto del cuerpo, fácilmente corruptible; su alma, una peonza; su fortuna, algo difícil de conjeturar; su fama, indescifrable. En pocas palabras: todo lo que pertenece al cuerpo, un río; sueño y vapor, lo que es propio del alma; la vida, guerra y estancia en tierra extraña; la fama póstuma, olvido." En el capítulo II de sus Meditaciones puede parecer pesimista, pero la experiencia de la vida le hace concluir en lo que es. ¿Se queda ahí? En absoluto, pues continua: "¿Qué, pues, puede darnos compañía? Única y exclusivamente la filosofía."

Dicho de este modo el lector de hoy, sumergido como cualquier habitante del planeta Consumo en lo aparente y líquido, considerará la conclusión de Marco Aurelio como una aspiración trasnochada, propia de ancianos que ya no tienen vuelta de hoja de la vida. Pero su concepto de la filosofía es firme y claro: "Y ésta consiste en preservar el guía interior, exento de ultrajes y de daño, dueño de placeres y penas, sin hacer nada al azar, sin valerse de la mentira ni de la hipocresía, al margen de lo que otro haga o deje de hacer; más aún, aceptando lo que acontece y se le asigna como procediendo de aquel lugar de donde él mismo ha venido." Lo que nos propone, y permanece tantos siglos después en activo, ¿no es sino un tratado del saber vivir y conducirse más propio de gente que aún tiene toda la vida por delante que de ancianos desahuciados?

Naturalmente, además de político y militar, Marco Aurelio es un reflexivo delicioso. Sus expectativas de la vida ¿no las iba a rematar con la certeza de quien ha visto a tantos ser llevados por Caronte en su barca? De ahí que no olvide: "Y sobre todo, aguardando la muerte con pensamiento favorable, en la convicción de que ésta no es otra cosa que disolución de elementos de que está compuesto cada ser vivo. Y si para los mismos elementos nada temible hay en el hecho de que cada uno se transforme de continuo en otro, ¿por qué recelar de la transformación y disolución de todas las cosas? Pues esto es conforme a la naturaleza, y nada es malo si es conforme a la naturaleza."

La sabiduría no es hacer disquisiciones sobre lo abstracto o investigar la materia concreta y parcial de los elementos. Es sobre todo marcar direcciones para el camino y disponer del calzado apropiado. Desbrozarlo y andarlo con la libertad clara de quien lo quiere recorrer con conocimiento de causa.


5.7.14

Glenn Gould, prestidigitador y fetal














Pianista Glenn Gould, en una entrevista a principios de los 70: "Lo que ocurre entre mi mano izquierda y mi mano derecha es un asunto privado que no le importa a nadie." Y sin embargo lo que tenía lugar entre ambas manos era y no era un juego, era y no era un ejercicio, era y no era invención. Todo su cuerpo involucrado, ignoramos de qué manera repercutiría sobre su espalda aquellas posturas, la arqueada inclinación sobre el teclado. Pero eso, ¿qué nos importa a nosotros, morbosos espectadores, que solo deberemos dejarnos llevar por la colección de arpegios para gozar del resultado del piano que habla como la emoción misma? Nos admirábamos con las manos que salpicaban las teclas de manera loca (aparentemente) o con su propia posición fetal que adquirían la forma de un ovillo de sonidos o con el tarareo que musitaba como acompañamiento sin fin a cuanta nota arrancaba de la partitura. Aquella frase de un profeta, no sé si carnal o literario, "que tu mano izquierda no sepa lo que hace tu derecha", no tiene mucho valor en el caso Glenn. El sabía, siquiera de manera subrepticia y sensorial, lo que hacía, pues las sensaciones son tan inteligentes como la capacidad de racionalizar.  Prestidigitación al fin y al cabo, sin trucos, pues no me cabe duda de que sus manos sabían lo que tramaban. Era la historia de una complicidad con la mente, que ordenaba y desordenaba a discreción los ritmos que no se le resistían jamás. Era el elemento travieso, que diría el compositor y pianista Dimitri Mitropoulos. Y es que en toda expresión, la travesura vivifica tanto...Tal vez porque es el último elemento natural y primario que nos sigue vinculando al origen de la materia. Hasta en un músico.




2.7.14

Tempus edax, entre Ovidio y Hermannus Posthumus



















"Tú, tiempo devorador de las cosas, y
tú, envidiosa vejez, todo lo destruis."

Reproche de Ovidio en el libro XV de su Metamorfosis, y si bien se refiere a los cuerpos y en general a la vida de los hombres se podría extrapolar a las obras de estos. Un pintor holandés del siglo XVI poco conocido, llamado Hermannus Postuhumus y que, como tantos otros del Norte, se sintió atraído y atrapado por la grandiosidad de los restos romanos, lo interpretó en uno de sus cuadros. Un paisaje que él reinventa en base a una acumulación atosigadora de ruinas de edificios, de esculturas y de inscripciones que se hallarían desperdigadas por Roma. Tal vez Ovidio fijaba con su Tempus edax el ineludible destino que marca las culturas y las vidas que se han sucedido. ¿Sería su manera de desahogarse, echando en cara al transcurso y la accidentalidad  -no otra cosa es el tiempo-   los límites a los que nos condena? El tiempo: ese perturbador elemento, entre abstracción y sentencia. Al lema de Ovidio solo se me ocurre replicar con otro clásico: Carpe diem.



















29.6.14

La fábula para Juan Ramón Jiménez














Juan Ramón Jiménez opina sobre la fábula en su obra más inmortal: "...siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza, esa pluma caída del final." 

Ay, qué cerca estoy del poeta. Es lo que tiene releer de mayores Platero y yo, y ver el mundo con alma de niño inquisitivo todavía. Pero un niño que juega con la ventaja de deleitarse como nunca con el lenguaje y de comprender lo que se le escapaba de la trastienda de cada capítulo del libro. Aún no tengo claro cómo se ha podido considerar durante un siglo solamente un libro para niños. Ahora que se cumplen cien años de su primera publicación, rezuma frescura por todas partes y lejos de ser una mera obra etnológica tiene que ver más bien con el pensamiento y la vindicación de la ingenuidad por parte del autor. Es ahora cuando me cala del todo y me da claves, tras aquella primera lectura obligada de infancia que se me escapa en toda su dimensión.  ¿Proyectaba Jiménez la sublimación del mundo de la naturaleza y de la infancia para que ya en nuestro mundo de adultos recurriéramos como una necesidad a su recuerdo? ¿Acaso porque con la carga poética de cada página iba la descripción de un mundo que seguimos necesitando? ¿O porque la poesía es una herramienta superior para ahondar en el conocimiento de la vida? 

Tomo al azar un capítulo, el CXXV, titulado La fábula y me doy cuenta de que comparto ese contra gusto de Juan Ramón Jiménez acerca de las fábulas.

"Desde niño, Platero, tuve un horror instintivo al apólogo, como a la iglesia, a la guardia civil, a los toreros y al acordeón. Los pobres animales, a fuerza de hablar tonterías por boca de los fabulistas, me parecían tan odiosos como en el silencio de las vitrinas hediondas de la clase de Historia natural. Cada palabra que decían, digo, que decía un señor acatarrado, rasposo y amarillo, me parecía un ojo de cristal, un alambre de ala, un soporte de rama falsa. Luego, cuando vi en los circos de Huelva y de Sevilla animales amaestrados, la fábula, que había quedado, como las planas y los premios, en el olvido de la escuela dejada, volvió a seguir como una pesadilla desagradable de mi adolescencia. 

Hombre ya, Platero, un fabulista, Jean de La Fontaine, de quien tú me has oído tanto hablar y repetir, me reconcilió con los animales parlantes; y un verso suyo, a veces, me parecía voz verdadera del grajo, de la paloma o de la cabra. Pero siempre dejaba sin leer la moraleja, ese rabo seco, esa ceniza, esa pluma caída del final. 

Claro está, Platero, que tú no eres un burro en el sentido vulgar de la palabra, ni con arreglo a la definición del Diccionario de la Academia Española. Lo eres, sí, como yo lo sé y lo entiendo. Tú tienes su idioma y no el mío, como no tengo yo el de la rosa ni ésta el del ruiseñor. Así, no temas que vaya yo nunca, como has podido pensar entre mis libros, a hacerte héroe charlatán de una fabulilla, trenzando tu expresión sonora con la de zorra o el jilguero, para luego deducir, en letra cursiva, la moral fría y vana del apólogo. No, Platero..."

Francamente, los desenlaces que se han pretendido morales, esto es, de imposición y de convergencia con lo que hay que pensar, no suelen cuadrar bien con los espíritus transgresores. ¿Y hay algo más transgresor que la fuerza del pensamiento y el alma interrogativa de un individuo?

Caigo en la tentación de la moraleja y recomiendo: aprovechad el tirón de 2014. Es una fortuna conmemorar uno de los libros de nuestra idiosincrasia. ¿La del español? No, la del hombre.




25.6.14

Diálogo de dos castrados: una historia como la vida misma, por Voltaire
















Uno de los cuentos más breves y divertidos de Voltaire es el titulado Dialogo del Capón y la Pularda. En él ambos animales castrados se cuentan sus penas. El Capón tiene claro el destino de su condición, que no es otro que acabar como yantar de los abates glotones. La Pularda descubre análogo fin a través de lo que el capón le va informando.


"La Pularda

¡Qué bribones más abominables! Estoy a punto de desmayarme. ¿Cómo? ¿Me arrancarán los ojos? ¿Me cortarán el cuello? ¿Me asarán y me comerán? ¿Y no tienen remordimiento esos malvados?

El Capón

No, amiga mía: los dos abates de que os he hablado decían que los hombres nunca tienen remordimiento por las cosas que están acostumbrados a hacer."

La costumbre  -la tradición, la normalización de comportamientos, lo asiduo- lo justifica todo, no hay más que mirar en derredor. Doble tortura, doble condición insoslayable pues para ambas aves. Primero ser capados para que engorden mejor. Después, que el engorde suponga un suculento plato destinado a la gula humana, en cuya práctica cierto clero llevaba fama y cardaba lana. Pero en esta metáfora lo que se cuestiona es el procedimiento hipócrita de la sociedad que conoció Voltaire, que se regía por la sibilina y maniquea moral eclesiástica, de doble rasero. Habla el Capón sobre las conductas de los que dictan pautas y controlan conciencias de este modo:

"...No hacen leyes más que para violarlas; y lo peor es que las violan a plena conciencia. Han inventado cien subterfugios, cien sofismas para justificar sus transgresiones. Se sirven del pensamiento únicamente para autorizar sus injusticias, y solo utilizan las palabras para disimular sus pensamientos. Figúrate que, en el pequeño país en que vivimos, tienen prohibido comernos dos días de la semana; pues encuentran medios para eludir la ley; además de que esa ley, que te parece muy favorable, es muy bárbara; ordena que esos días se coma a los habitantes de las aguas; van en busca de víctimas al fondo de los mares y los ríos. Devoran criaturas de las que una sola cuesta con frecuencia más del valor de cien capones; a eso le llaman 'ayunar, mortificarse'. En fin no creo que sea posible imaginar una especie al mismo tiempo más ridícula y más abominable, más extravagante y más sanguinaria."

Contundente fustigador de una sociedad que tocaba a su fin, Voltaire arremete impetuoso e irónico contra sus representantes más reaccionarios. Pero si supiera cómo persisten aún los oscurantismos y de qué manera la práctica depredadora se ha extendido hasta el más pequeño de los seres humanos de esta tierra...¿Quedará solo la venganza como recurso de los pobres? Dice la Pularda al final del cuento:

"¡Ojalá consiga dar al malvado que me coma una indigestión que lo haga reventar! Pero los pequeños se vengan de los grandes con vanos deseos, y los poderosos se burlan de ellos."

Magnífico desenlace moral de Voltaire. Todavía se hace imprescindible la lectura de sus cuentos. Francamente gozosos.



24.6.14

La confesión de Frida Kahlo




















¿Palabras del sufrimiento y de la consolación? ¿O cuando el conocimiento utiliza los caminos más intrincados y dolorosos? Leo un párrafo volandero de Frida Kahlo:

"No reniego de mi naturaleza, no reniego de mis elecciones, de todos modos he sido una afortunada. Muchas veces en el dolor se encuentran los placeres más profundos, las verdades más complejas, la felicidad mas certera. Tan absurdo y fugaz es nuestro paso por el mundo, que solo me deja tranquila el saber que he sido auténtica, que he logrado ser lo mas parecido a mi misma que he podido.”

A veces llegan los signos del verdadero valor desde lo imprevisto, como también desde las más angustiosas obscuridades. Pero ¿quién elegiría ese saber si le avisaran previamente que iba a ser sometido a la experiencia más cruel en su propio cuerpo? Y sin embargo, ¿cómo no admitir que una cierta dosis de autenticidad nos ha puesto frente a nosotros, como un espejo que no engaña?



21.6.14

La Ítaca de José Florencio Martínez




















Hay poetas recónditos que, como la trufa, ¿no resultarán al fin y al cabo los frutos más sabrosos? No son poetas que se esconden porque sí sino que lo suyo no es vivir de exhibirse demasiado (hay de todo, se dirá) Se sazonan en su propio ámbito y descienden a las profundidades donde aprendizaje y madurez se incuban en un dinámico crisol desde donde hacen emerger la propiedad de sus palabras. "Remar era la vida. Y la esperanza," canta uno de estos poetas recónditos, José Florencio Martínez, en su imprescindible poemario Teseo no saldrá del laberinto, editada por In-verso ediciones de poesía. Y así se nos muestra que en aquella búsqueda de Ítaca  -cantada por Homero y más tarde por Cavafis-  aún hay espacios para los matices. Poema Vivir era remar:


"Remar era la vida. Y la esperanza.
Luego llegamos a Ítaca y los sueños
-sin metas ni horizontes- se esfumaron
y las naves se pudren en la playa.

Sin Cíclopes, ni Circes, ni fenicios
a quien comprar sus bellas mercancías,
sin aventuras y experiencias nuevas,
sin belleza es insípida la vida.

En las doradas playas del recuerdo
sólo hay sombras o espectros de los años.
Vivir era remar, soñar… Ahora,

sentados a la sombra de la parra,
sólo esperamos, viendo los confines,
que arribe ya la barca de Caronte."


Y a modo de discrepancia con los últimos versos el lector se escalofría con la calma. Y quiere resistirse: que Caronte se pasee a distancia de la costa, se escucha decir a sí mismo el estremecido lector. Ya sabemos que no hay dique que pueda detener el oleaje fatal. Pero qué ilusión, mientras, alzar frágiles muros de arena. Siquiera como juego. Y qué sentido habrá tenido al menos haber perseguido siempre la belleza, con tal de que nuestra vida no resulte insípida





















20.6.14

Ocurrente Kenko Yoshida




















Kenko Yoshida, bonzo y reflexivo japonés de hace siete u ocho siglos comenta en su obra Tsurezuregusa (Ocurrencias de un ocioso) : "Hay un sinnúmero de cosas que, adheridas a otras, las debilitan y consumen." Si esto lo pensaba un hombre que miraba el mundo ya hace tanto tiempo, no sólo desde fuera sino sobre todo hacia adentro, y más todavía hacia sí mismo, ¿qué no diría de haber vivido hoy? Estos tiempos nuestros en que la existencia cotidiana lleva un ritmo galopante, cuando no un frenesí, por tomar y poseer objetos y posiciones de vida que son tan mercantiles como el objeto mismo. Donde todo se reproduce bajo el mismo paradigma al nivel de clase que sea, construyendo castillos en el aire aunque sean simples chozas de imitación sobre modelos superiores que devienen tan efímeros como los que alzamos los de abajo. La descripción, no exenta de ironía del humilde y asombrado Kenko, matiza: "En el cuerpo tenemos los piojos; en la casa, los ratones; en la nación, los bandidos; en los hombres incultos y bajos, las riquezas; en las personas educadas, la benevolencia y la rectitud. Los monjes tienen la religión." Adherencias que siguen en vigor, unas sin variar, otras acaso con diferentes nombres: donde dice piojos, que aún los hay, pongamos virus, por ejemplo. Además de monjes y clérigos en general pensemos en otras instituciones: de armas, de administración pública, de influencia mediática, de intermediarios políticos...con sus correspondientes tenemos. Y la idea no habrá cambiado. 

Oxígeno puro estas Ocurrencias ociosas de Kenko Yoshida. De mesilla o cabecera, vamos. Como indica Justino Rodríguez, traductor y editor de la obra, "Kenko es feliz en medio del ocio". Donde ocio no es abandono sino meditación y observación que le permite extraer conclusiones de la misma experiencia del vivir. Y eso, de alguna manera, produce satisfacción liberadora. 



17.6.14

Gabriel Ferrater: literatura del calamar.















Qué necesario escuchar atentamente el magnífico juego de la metáfora que se trae Gabriel Ferrater en el poema Literatura incluido en Las mujeres y los días:


"Tan vehemente, se dijo un calamar,
hago el ridículo: un chorro fino de tinta
ya desvía estos monstruos, tan poco críticos.

Perdida la abundancia del corazón,
descubrió la voluptuosidad formal:
mentirse objetivado en el arabesco
y mostrarse aún en él, subjetivo.
A la altivez de no esconderse mucho, 

la llamó sinceridad; al miedo de verse
demasiado expuesto, sentimiento del estilo.
Con la esperanza de que los espasmos
del agua irían a su favor,
confió en el lenguaje. Murió
devorado: lo inefable lo tentó."



¿Simple metáfora? Tal vez lo constató en su tiempo y en su carne, pero sin preverlo ¿no vemos también una descripción de ciertos escribientes actuales que se pretenden a sí mismos? Nos rodean plétoras de Yos, conciliábulos de sonoras grandilocuencias, mesnadas de portadores de la impedimenta de las letras tratando de poner una pica donde fueron colocadas antes miles, simples vagabundos de escasas lecturas que prefieren ignorar más que afrontar sus realidades cotidianas soñando bajo el manto de las estrellas del engreimiento, eternos aspirantes a la meritocracia literaria. De todo hay en la viña. Ya: humanos somos y nos tienta el probar, pero ¿para cuándo la humildad en el comprobar? El tino y la hondura del poema de Ferrater me supera y me quedo pensando: ¿será eso, al fin y al cabo, el inalcanzable oficio de la literatura? O acaso por esa misma razón la literatura aletea, si bien haya que separar el polvo de la paja: por intentar lo inefable.

  












Imagen superior: pintura de James Guppy



15.6.14

La certeza de Yolanda Pantin





















"Llamo 'certeza interior' a tener conciencia de las pérdidas,
del fracaso y de la derrota."

De este modo hace sonar el golpe la venezolana Yolanda Pantin en su poema Querido Igor. Pero un golpe o mil que traen su necesaria dosis de conciencia, ¿es un golpe que aniquila? Acaso también es el consuelo, la comprobación de que se ha vivido, sea cual sea el resultado cosechado. Y luego las preguntas: ¿se pierde lo que no se llega a tener? ¿Es derrota si fuimos mal pertrechados a combates desiguales? ¿Hay fracaso si aspiramos a más de lo que podíamos obtener? Pero las preguntas racionales no son poesía. Mejor escuchar completa la de Yolanda Pantin:

"Llamo 'certeza interior' a tener conciencia de las pérdidas,
del fracaso y de la derrota.

Pérdidas por lo que hemos acumulado
como saldo de la vida; derrota
por las batallas que no hemos ganado,
ni ahora ni nunca; fracaso
frente a aquella adolescente que
amó los caballos y la pintura
y que ahora se ofrece al vacío."

Este poema forma parte del libro titulado País (Poesía reunida 1981-2011)