11.4.18

La armonía y la cooperación entre las emociones y la razón, vistas desde Antonio Damasio















"Siempre tenemos unos sentimientos con los que negocia nuestra razón". Neurólogo portugués Antonio Damasio. Pero ¿no nos habían imbuido la idea religiosa de que los sentimientos eran expresión de la fragilidad y la razón poco menos que conquista del superhombre? ¿Y que ambos chocaban? ¿Y que ceder a los primeros era no ser competitivo? El conocimiento humano ha avanzado a pesar de los palos en las ruedas de la investigación. Los viejos tópicos duales, que dividían la personalidad del individuo, alma/cuerpo, emociones/intelecto, etc., caen por el peso de la investigación. Damasio sabe mucho de eso: " Esta idea de que los sentimientos fueron una parte de la historia y entonces a partir de cierto punto te vuelves racional y vas a dirigir el mundo con la razón no tiene sentido. Si te digo que he decidido que este mundo va a ser mucho mejor si haces esto y lo otro para que lo aceptes y lo hagas, vas a preguntar: ¿Por qué tengo que hacerlo? La resistencia a las imposiciones es parte de nuestra naturaleza, rechazamos los dogmas. Así que la negociación de la razón a través del afecto es necesaria. Somos criaturas afectivas y eso no va a desaparecer".

La pregunta que me hago: esa negociación ¿debe ser solo  algo puramente individual e íntimo, que muchos hombres habrán estado haciendo toda su vida, porque es un reflejo instintivo de aquello de lo que estamos formados, no obstante trabas y dificultades? ¿O la sociedad y sus criaturas mecánicas y administrativas -no digamos ya la mentalidad de las ideologías dominantes-  deben cooperar a una comprensión más armónica de aquello que compone, para bien, el individuo? Damasio tiene su punto de vista, que yo comparto: "Los ingenieros están convencidos de que el sustrato no cuenta. Y eso es un gran error, porque no prestan atención a los sentimientos. La inteligencia artificial opera en el mundo del intelecto. Es un mundo muy preciso, pero nosotros somos mucho más blandos, operamos en un mundo de vida vulnerable. Si vas a Silicon Valley y hablas con esa gente, no se ven a sí mismos y no ven a otros, son muy buenos con las matemáticas y con la computación y piensan que todo el mundo es código. Pero no lo es. Un ordenador no tiene enfermedades, no se va a resfriar, no va a tener cáncer. Nosotros estamos hechos de un material muy vulnerable. Si sales a la calle y cruzas con un semáforo en rojo y un coche te golpea te rompes los huesos y puedes morir. El sentido de si la vida está siendo buena o mala se expresa a través de los sentimientos. Los sentimientos expresan mentalmente si la homeostasis está funcionando o no y eso no lo puedes tener en un ordenador a menos que crees un cuerpo para el ordenador. Por eso, cuando alguien plantea que va a cargar su conciencia en un ordenador, pregunto si va a cargar también un cuerpo. Porque si no cargas también tu cuerpo, no vas a ser tú. Será un ordenador con tus ideas, pero no tendrá tus sentimientos".

El hombre cotidiano, con una mente hecha de intelecto y emoción, de capacidad racionalizadora y de expresiones sentimentales, sigue siendo la verdadera alternativa al robot. Si este sustituye al hombre, ¿qué será de la especie?