21.4.14

Catulo y los rostros ocultos de un autor














Que un autor puede ser el doctor Jekill y a su vez el señor Hyde ya lo intuyó el poeta latino Catulo. Si cualquier hombre suele mostrar un rostro y ocultar otro, o bien manifestar dos rostros distintos según circunstancias o cuando se lo pide el cuerpo, de cuánto no será capaz un escritor. Los autores, que vadean y se sumergen en los personajes, ¿no los crean para sentir como otros individuos y en otras situaciones diferentes a las propias? ¿O es al revés y son generados para dar satisfacción  -eso sí, con disimulo y ardides-  a lo que llevan dentro y que no deciden mostrar de otra manera sino a través de la ficción? Me pregunto cuántos autores no tendrán sus vidas ocultas...ya no digo ocultas tras de qué.

Leer a Catulo no solo es disfrutar y respirar actualidad. Es también probar la madurez de la observación y de las conclusiones que se van extrayendo de esa práctica llamada vivir.

"Ese Sufeno que conoces muy bien, Varo, es un hombre guapo y simpático y educado, y, además, hace muchísimos versos. Yo creo que tiene escritos mil o diez mil o más, y no como suele hacerse, transcritos en un palimpsesto: hojas de lujo, libros nuevos, varillas nuevas, correas rojas para pergamino, todo ello con líneas rectas a plomo y pulido con la piedra pómez. Cuando te pones a leerlos, ese guapo y educado Sufeno te parece, en cambio, sólo un ordeñador de cabras o un enterrador: tan distinto es y tanto ha cambiado. ¿Qué pensaríamos que es eso? Quien hace nada parecía un hombre de mundo, o si hay algo más refinado que eso, ese mismo es más grosero que un grosero campesino en cuanto pone la mano en los versos, pero ese mismo nunca es igual de feliz que cuando escribe un poema: tanto se deleita en sí mismo y tanto se admira. No es extraño: todos metemos la pata por igual, y no hay nadie en quien no puedas ver en cierto sentido a un Sufeno. A cada cual se le concedió un defecto, pero no vemos el seno de la alforja que llevamos a la espalda."