25.4.15

La competencia para Papini y Sánchez Ferlosio















"Una de las pasiones del muchacho que juega es la competencia; ser el primero. Los hombres, en nuestros días, han introducido esta manía infantil en todas las cosas: en las más insignificantes y en las más graves. Batir un récord es hoy el ideal de todos; el de los antiguos era la sabiduría, la paz, la renuncia." Giovanni Papini en su obra Gog. ¿Manía infantil trocada en manía obsesivo compulsiva del sistema? La competencia se ha convertido en virtud por mor de la doctrina de nuestros modos económicos y sociales. El hombre que se presta a destacar en competir y proporcionar beneficios al capital es considerado virtuoso. Pero ese hombre, ¿es un hombre satisfecho? ¿Y hasta qué punto equilibrado? Rafael Sánchez Ferlosio en una entrevista reciente: "Yo comparo el patinador competitivo con el que no compite y lo único que hace es superar la gravedad. El que patina sin competir patina libre, ligero, feliz, donde quiere. El que compite se está sacrificando por el yo, una cosa horrible." Distinción profunda: participar sólo por placer y dedicación en la obra o competir promocionando el ego y sus pulsiones la obra, aunque sea a codazos y pasando por encima de otros a lo bestia. Las leyes del sistema pueden ser trampas fatales para el individuo.
















23.4.15

Contar y narrar, según Cervantes















Contar y narrar, ¿dos procedimientos para un mismo fin? Miguel de Cervantes lo aclaraba a través del diálogo que mantienen Don Quijote y Sancho Panza en el capítulo La aventura de los batanes:

"- Sigue tu cuento, Sancho, dijo Don Quijote, y del camino que hemos de seguir déjame a mí el cuidado. 

  - Digo, pues, prosiguió Sancho, que en un lugar de Extremadura había un pastor cabrerizo, quiero decir, que guardaba cabras, el cual pastor o cabrerizo, como digo de mi cuento, se llamaba Lope Ruiz, y este Lope Ruiz andaba enamorado de una pastora que se llamaba Torralba, la cual pastora llamada Torralba era hija de un ganadero rico, y este ganadero rico... 

   - Si desa manera cuentas tu cuento, Sancho, dijo Don Quijote, repitiendo dos veces lo que vas diciendo, no acabarás en dos días; dilo seguidamente y cuéntalo como hombre de entendimiento, y si no, no digas nada. 

   - De la misma manera que yo lo cuento, respondió Sancho, se cuentan en mi tierra todas las consejas, y yo no sé contarlo de otra, ni es bien que vuestra merced me pida que haga usos nuevos. 

   - Di como quisieres, respondió Don Quijote, que pues la suerte quiere que no pueda dejar de escucharte, prosigue."

Recomendaciones sobre el estilo, por una parte, y atracción y poder de lo que se cuenta, por otra, se funden y se fían a sí mismos. Siempre he pensado que Cervantes no fue un mero novelista relatador. Fue también un empecinado del estilo preciso y fluido que va repartiendo sugerencias de múltiple invención a lo largo de toda su novela. Construcción narrativa y visión experimentada sobre el mundo hacen del Quijote un acervo filosófico y una mirada al país y a los paisanos. Pero también un manual crítico del uso del lenguaje, como se muestra en el fragmento adjunto. Un fragmento para pensar en este día que algunos encumbran mercantil y simbólicamente. Particularmente pienso que cada día, mientras uno tenga vista y entendederas, a más de interés y curiosidad, debe ser nuestro personal día del libro.

El texto adjunto corresponde a la edición del Instituto Cervantes, dirigida por Francisco Rico.
















Grabados de Gustavo Doré



16.4.15

El asombro de Izraíl Métter





















Izraíl Métter en su extraordinario relato La quinta esquina: "...¡Uno puede enloquecer, mamá, por las complejidades de la vida! Mientras más vivo en el mundo, más me empantano en ellas. La única salvación es algo que tú me enseñaste: no dejar de asombrarse nunca de lo que ocurre alrededor. Mientras pueda seguir asombrándome quizá continúe siendo un hombre. En la bajeza humana lo peor no es la bajeza, sino el hecho de habituarse a ella." 

Asombro y salvación. Asombro y costumbre. Asombro por la comprobación de que otros también se asombran. Asombro porque hasta el fin de nuestros días, y aun muriendo de muy viejos,siempre habrá algo que descubramos cuando pensábamos que nos las sabíamos todas. Asombro para que distingamos sobre las degradaciones de los individuos, de las que nadie estamos libres. El asombro como escudo o como transfiguración del riesgo de hundimiento. Métter nos previene, su experiencia fue rica al respecto y nunca se propuso llegar a Ítaca.



4.4.15

La eternidad de Manoel de Oliveira















"La vida es una derrota. La gente vive en la derrota. Nace en contra de su voluntad y no es dueña de su destino." Manoel de Oliveira, cineasta de los buenos, en una entrevista en el periódico portugués Expresso. No deja de ser sorprendente que esta afirmación la hiciera precisamente él, que hasta hace dos días llegó a los 106 años, una eternidad. Lo cual nos lleva a pensar: bueno, Manoel, una derrota relativa. Pero la longevidad de Oliveira, cuyo secreto ni él mismo sabría, fue aliada de un trabajo constante en su dedicación al cine. "¿Que si pienso en parar? Si paro de rodar me aburro y me muero. Tengo en mente un montón de proyectos. Ahora bien, no sé si la vida me va a dar para hacerlos todos." A esto ¿cómo llamarlo? ¿Ambición positiva? ¿Desarrollo casi ilimitado del carpe diem? ¿Vivir haciendo sin dejarse arrastrar por desánimos? 

Tal vez él entendía su propia existencia como el encuadramiento de uno de sus filmes: "El tiempo no tiene movimiento, sino que el movimiento está dentro del tiempo. A mí me costó aprenderlo", leo en El País acerca de la peculiar elaboración de sus películas. "¿Tú mueves la cabeza a lo loco para mirar algo? No, las cosas se mueven delante de ti, y tú las sigues a veces en una panorámica. Eso de los directores que alardean de trucos técnicos... no, no. Un director portugués dijo que escuchaba los comentarios del público a la salida de sus películas. Si decían que se notaba que había un gran realizador, malo. Si decían que era un gran filme, se ponía contento. Pues eso. La técnica no pertenece a la expresión. Y el arte sí pertenece a la expresión, a la vida. El arte es pensamiento, imaginación, sentimiento..." ¿No es una invitación la que nos hace Oliveira a todos para introducir en nuestras vidas más expresión vital y creativa y desalojar tanta dependencia de la técnica y sus objetos?





2.4.15

James Nachtwey y su apelación a los instintos buenos de los hombres















"Mi trabajo está dirigido a apelar a través de imágenes a los mejores instintos de la gente: la generosidad, la tolerancia, la capacidad de identificarse con las vidas de otros y, quizás lo más importante, el rechazo para aceptar lo inaceptable." James Nachtwey, fotógrafo neoyorquino. Nachtwey, que ha pisado zonas en conflicto, guerra o miseria, sabe de qué habla. Pero, ¿hasta qué punto su trabajo apela a los bellos sentimientos que se supone que todos portamos? Cuando en una imagen vemos hambre, ¿no nos mueve la repugnancia hacia el sistema de aquellos a los que les sobra y tiran? Cuando en otra fotografía miramos los cuerpos de la muerte, ¿no nos interrogamos con pavor y odio por sus causas y causantes? Cuando contemplamos otra más de represión o de cárcel o de abandono, ¿no nos indignamos contra los verdugos? ¿Cuestionamos con todas esas imágenes nuestra parte de vida que es cómplice de la mala existencia de otros? No estoy seguro que las fotografías del lado oscuro de la vida de la gente, que en grandes regiones del planeta se impone al lado feliz, promuevan los mejores instintos. Naturalmente, queda la esperanza de que lleguemos a tenerlos. Leo hoy a Manuel Fraijó: "Cuando nos golpea la desgracia, los humanos nos hacemos especialmente conscientes de que siempre son necesarias las dos cosas: retirar escombros y alumbrar nuevas constelaciones de sentido, hacer frente a lo perentorio y pensar en futuros más halagüeños y esperanzadores." O como dirían otros, mientras no nos metemos buenos tortazos no aprendemos. Pero, ¿hasta qué punto aprendemos, si seguimos tropezando en las mismas piedras? ¿Hasta qué punto las imágenes del experimentado Nachtwey alientan y remueven nuestras conciencias? El profesor Fraijó deja caer una frase de Albert Camus, con una sugerencia más concreta: "Lo importante es pensar con claridad y abandonar toda esperanza." Y es que la esperanza vaga puede servir sólo para tranquilizar conciencias, que hagan otros. Pensar conduce a buscar modificaciones y alternativas, nos involucra.