14.2.14

Las palabras sin dueño de Mateo Díez













Luis Mateo Díez en La mano del sueño: "...Pero la palabra no tiene dueño, se escribe desde la propiedad más estricta y, sin embargo, lo que se escribe es de quien lo lee, de ese innominado destinatario que hace suya la palabra que le llega y convence, emociona y fascina." Suenan bienintencionadas estas ideas, aunque luego todo ese conglomerado denominado derechos de autor, editor, distribuidor y otras hierbas las diluyan en aras de un mercado voraz. Sigue diciendo el escritor: "El autor asume el reto y el lector le secunda, siempre habrá algún lector para secundar ese reto, aunque no sea numeroso. El marketing, el comercio, distorsiona y hasta extorsiona, pero no le va a quitar a la literatura lo que tiene de ambición y compromiso." Los utópicos trasnochados e irredentos aún creemos que el escritor es una especie de médium, fantástico y estimulante, y este criterio no tiene por qué ser incompatible con el buen hacer. La palabra hilada y vertida en literatura es también hija del viento. Tras ella resuena el arcano oral y patea sin cesar la larga experiencia humana. Todo eso, ¿para acabar simplemente como objeto de cambio mercantil y de consumo? Mucho se habla del oficio del escritor, si bien esa calidad de oficio no siempre exprese la verdad y la calidad creativa del autor. Por eso me alegra leer algo más de Mateo Díez: "Es al escritor a quien compete hacer la opción que le dé la gana, los cantos de sirena jamás resuenan en el oído de los artistas que tienen claro lo que quieren, tan claro que les resultaría imposible escuchar otra música que no fuera la suya."