11.7.14

La naciente soledad de Chantal Maillard













"Nadie puede hacerme daño." Chantal Maillard en sus Diarios 1996-1998, también titulados Filosofía en los días críticos. ¿Puede cualquiera hacer esta afirmación con la contundencia que manifiesta la poeta? Rodeados de inseguridades y de acechanzas, poco parece ser tan firme y claro como que somos vulnerables. Y que estamos a merced del primero -individuo o circunstancia- que se encare con nosotros; siquiera nuestra desconocida intimidad puede ser nuestro enemigo. Pero hay algo más allá de uno mismo. Prosigue Chantal: "Me duele el dolor de otros. Convierto el amor en deseo; amo con desmesura. Nadie puede dañarme." Esa dolencia que causa el sufrimiento ajeno, ¿no es precisamente la vuelta de tuerca que cabe esperar para los más sensibles en la sucesión de ciclos de la vida? ¿Potenciamos el amor como conducta y no solo como invocación y palabra? ¿Es el amor un escudo o una creación? La poeta hace de sus sentimientos un manifiesto: "Aflora el gozo, el extraño gozo, tímidamente, allí en el centro de lo que no soy, siendo más. Allí, el germen de la libertad; todo es posible, todo, y no quepo en mí. Mi soledad es el lugar donde nace el universo." Conceptos que son propuestas que cada cual debe definir: el disfrute, la libertad, la soledad, la totalidad...O cómo hacer de lo relativo una constante que nos aliente. Todo es naciente dentro de nosotros. ¿Quién dijo que cada territorio de hombre es una maldita alienación, pudiendo ser una venturosa alienidad