28.4.16

El mejor gobierno, según Henry David Thoreau















Determinadas y presentes circunstancias por las que pasa el país que habitamos trae a cuento reflexiones de más de siglo y medio en que fueron pronunciadas. "De todo corazón acepto el lema de que 'el mejor gobierno es el que gobierna lo menos posible', y me gustaría ver que esto se lograra pronto y sistemáticamente. En la práctica significa esto, en lo que también estoy de acuerdo: 'El mejor gobierno es el que no gobierna en absoluto'; y cuando los hombres estén preparados para él, ese y no otro será el que se darán". Lo dice Henry David Thoreau en su opúsculo Del deber de la desobediencia civil

La cita del filósofo norteamericano es más profunda de lo que parece. Pero el inevitable galimatías electoral, del quiero y no puedo, al que todas las formaciones políticas españolas han sucumbido debería exigir a cada ciudadano ahondar en preguntas tan simples como: un gobierno, ¿para qué, de qué manera, con qué perspectivas? ¿Al servicio del individuo o de la maquinaria del Estado? Thoreau: "El Gobierno es, a lo más, una conveniencia; aunque la mayoría de ellos suelen ser inútiles, y alguna vez, todos sin excepción, inconvenientes". El americano, que no es ni nihilista ni exactamente un ácrata, aunque esté cerca de éste, también matiza: "...Yo reclamo, no la ausencia de todo Gobierno, sino en seguida, uno mejor. Que cada hombre haga saber qué clase de Gobierno gozaría de su respeto, y ese será el primer paso para conseguirlo". Uno piensa entonces si el nivel medio de conciencia política, o simplemente cívica, de nuestros paisanos tiene claro algo. Si cree en esa delegación o cheque en blanco que sale de unas elecciones. Si piensa en que la política debería ser una actividad cercana y personalizada, donde no todo se dejara al albur de los parlamentarios. O si lo único que va a hacer una vez más es dejarse manipular al votar por costumbre inveterada a los suyos. Temo que tanta desconfianza sembrada no mejore las cosas. Y, desgraciadamente, nada de ello es un juego.



Ilustración de A. Dan


24.4.16

Shakesperiana duda solventada por Cervantes


















Leer o no leer poesía. He ahí la cuestión. ¿Buena o mala? Ah, eso ya es harina de otro costal. Narra Cervantes que al licenciado Vidriera "le preguntó un estudiante si era poeta, porque le parecía que tenía ingenio para todo. A lo cual respondió: Hasta ahora no he sido tan necio ni tan venturoso. -No entiendo eso de necio y venturoso -dijo el estudiante. Y respondió Vidriera: -No he sido tan necio que diese en poeta malo, ni tan venturoso que haya merecido serlo bueno. Preguntóle otro estudiante que en qué estimación tenía a los poetas. Respondió que a la ciencia, en mucha; pero que a los poetas, en ninguna. Replicáronle que por qué decía aquello. Respondió que del infinito número de poetas que había, eran tan pocos los buenos, que casi no hacían número; y así, como si no hubiese poetas, no los estimaba; pero que admiraba y reverenciaba la ciencia de la poesía porque encerraba en sí todas las demás ciencias: porque de todas se sirve, de todas se adorna, y pule y saca a luz sus maravillosas obras, con que llena el mundo de provecho, de deleite y de maravilla". No sé qué habrá de autocrítica en las propias palabras que Cervantes pone por boca del licenciado, pues el autor no fue nunca celebrado ni en su tiempo ni en la posteridad tanto por su poesía como por su prosa. 

Incidiendo en el mismo asunto de la poesía y los poetas, un poco más adelante, en la misma novela, Cervantes escribe un texto pletórico de sarcasmo y humorada. "Otra vez le preguntaron qué era la causa de que los poetas, por la mayor parte, eran pobres. Respondió que porque ellos querían, pues estaba en su mano ser ricos, si se sabían aprovechar de la ocasión que por momentos traían entre las manos, que eran las de sus damas, que todas eran riquísimas en estremo, pues tenían los cabellos de oro, la frente de plata bruñida, los ojos de verdes esmeraldas, los dientes de marfil, los labios de coral y la garganta de cristal transparente, y que lo que lloraban eran líquidas perlas; y más, que lo que sus plantas pisaban, por dura y estéril tierra que fuese, al momento producía jazmines y rosas; y que su aliento era de puro ámbar, almizcle y algalia; y que todas estas cosas eran señales y muestras de su mucha riqueza. Estas y otras cosas decía de los malos poetas, que de los buenos siempre dijo bien y los levantó sobre el cuerno de la luna". Como crítico literario Don Miguel no tenía precio. Eso era escribir. Aprovechando el tirón del año cervantino recomiendo leer El licenciado Vidriera. Es una novela breve, una novela ingeniosa, donde se pone el dedo en la llaga de los personajes de la comedia hispana. Luego, si gusta, hay varias ejemplares más pendientes de hincar el diente. Y ninguna va a la zaga entre ellas.




Ilustración de una edición de 1866 de El licenciado Vidriera


8.4.16

Objetora Baumert















Sieglinde Baumert, objetora al impuesto de la televisión pública alemana: “Cuando leo que un minuto de una retransmisión de fútbol cuesta 40.000 euros me pregunto por qué debo colaborar con un solo céntimo”. Por no pagar 191 euros de varias cuotas impositivas fue condenada a seis meses de cárcel, pero ha cumplido menos al ser retirada la denuncia. Aunque ¿se la condena solo por ello o como castigo ejemplar a su capacidad de resistente? Las manifestaciones de malestar cívico crecen a la par que la complejidad de las formas de vida. Los buitres populistas también están al acecho de sacar tajada política de expresiones divergentes de los poderes públicos, pero eso no resta valor a una ciudadana que planta cara a lo que considera no solo injusto. También denuncia el derroche.