19.10.13

Goethe y su Sakuntala














"...Si quieres tener la flor de la juventud y el fruto de los años de madurez,
Si deseas aquello que excita y fascina junto con lo sustancial y provechoso,
Si quieres abarcar en un solo nombre el cielo y la tierra:
Pronuncio tu nombre, Sakuntala, y todo queda dicho."

Goethe vincula los contrarios, que son las fuerzas mismas de la vida. Goethe acota su posesión a un nombre y el nombre remite a un mito indio.La insaciabilidad humana, siempre en busca de un bálsamo de Fierabrás que alivie a cada individuo, produce al menos su conversión en relatos. Y ya se sabe que las narraciones se reconvierten en referente de conducta y de consolación para paliar nuestras pasiones. Del viejo drama indio Goethe extrae un símbolo que se pronuncia: advocar es un recurso primitivo que aún reproducimos en nuestro silencio interior. Sakuntala, la ninfa del bosque, la que enamora al joven rey, representa el amor por extensión: no solo el erótico, sino también el que se genera con la naturaleza, con los humanos que la rodean, con las encarnaciones de las creencias, y siempre con sus manifestaciones recíprocas. El amante te da, la naturaleza te devuelve, los otros humanos se entregan, la mente te corresponde. Seduce ese concepto del amor como causa y efecto, como emisión y recepción, como generador en dos direcciones. Más tangible y menos etéreo que otras abstracciones posteriores que aún se predican. Sakuntala, la representación del amor al todo: convergencia y difusión que darían paso al vivir en estado de contento. Goethe invoca lo que se pierde y lo que no se ha tenido jamás. Rescata una leyenda y la interpreta. La actualiza también. Y uno, que es un simple mortal del momento que le ha tocado, disfruta conociendo la amplitud del mundo en que vive: antiguo pero actual, sabio pero accesible, controvertido pero que ofrece elecciones. Siempre quedará la duda de qué hay de estado de euforia pasajero o qué de consolidación del regocijo en la búsqueda de los efectos de ese amor radial, pero eso es muy de la experiencia personal de cada cual. Pronuncio tu nombre, Goethe, por traerme a Sakuntala.



Foto Katia Chausheva