3.5.14

Eduardo Gil Bera y su venganza












"La sociedad se basa en la venganza." Eduardo Gil Bera en su sugerente y apasionante Historia de las malas ideas. ¿Demasiado radical y excesivamente reduccionista su interpretación de esa especie de génesis de las tribus humanas? Precisa: "Dondequiera y siempre, naciones, pueblos, tribus, imperios, religiones, culturas o clases se definen por el establecimiento de un espacio-tiempo donde aquélla, la innombrable, se regula y garantiza." ¿Pero no era la sed de venganza una manifestación instintiva del animal humano que parecía conjurada? ¿No es hoy día la venganza más una tendencia repentina del individuo que algo consolidado? Y sin embargo, cada día vemos nuevas manifestaciones o bien directas o bien con intermediarios de lo que nos pide el cuerpo. "Cada ámbito comunitario facilita e impone a sus socios los plazos, tasaciones y eufemismos para la venganza. De ese modo nacen, pululan y caducan las voces más famosas: justicia, derecho, castigo, paraíso, dios, trascendencia, revolución, fe, amor, arte, inmortalidad...Y todas significan lo mismo." Discutible, pero toda una invitación a pensar. Vistas las formas de desencuentro de que disponemos los humanos, creo que muchas veces ni siquiera todo lo inventado para apaciguar las iras y reconducirlas sirve. Y ese todo lo inventado y simulado ceremonialmente, y que los latinos antiguos llamaron vindicare, puede ser un arma de destrucción cuando deja de ser de persuasión. Ágil y nada desaprovechable Gil Bera, no apto para los que no se sientan tentados por la iconoclastia.     



5 comentarios:

  1. Gil Bera habla de venganza. Es reduccionismo, sí, invita a pensar sí y despuesde leer su "Historia de las malas ideas" pensé, y echando una mirada a la conducta del poder y del estado, llego más o menos, a la conclusión que el autor, el estado se fundamenta en la administración de la venganza. Es reduccionismo, pero ocurre que las reacciones 'primarias' son pocas, muy reducidas y las más "entendibles". En el caso de la venganza, es tan "entendible" como injustificable y por lo tanto este cimiento que sustenta el estado resulta que se encuentra sometido al empuje del bulbo de presiones que constituye la razón y esto hace tambalear la razón del estado, es decir la sinrazón de la venganza, su anaimalidad.
    Salud
    Francesc Cornadó

    ResponderEliminar
  2. En la teoría mimética de Girard, lo común a toda sociedad humana es la retroalimentación de las rencillas, que se multiplican miméticamente en los espejos enfrentados que somos unos de otros: cada venganza imita a la anterior puesto que tiende a pagar en una misma moneda. Nos imitamos en todo, incluso en los golpes, que van acumulándose y creciendo de tono. En ese proceso mimético los enemigos acaban pareciéndose como dos gotas de agua.
    Las reglas sociales y morales suponen el freno de la violencia hobbessiana del todos contra todos. Pero cuando el mecanismo supera un cierto umbral de violencia social acumulada, va disolviendolas, se alcanza crisis de histerismo social que los grupos humanos terminan resolviendo con la elección unánime de un chivo expiatorio que cataliza sobre sí el conjunto de la venganaza social, a partir de lo cual se restablece el orden, incluso se instituye uno distinto y los mitos generados se encargarán de contar la historia desde el punto de vista de los victimarios.
    No he dicho en balde "hobessiano". Sin duda esta lectura mal que le pese al propio Girard se encuadraría en el lado de la interpretación reaccionaria de la Historia y las sociedades humanas. Girard es declaradamente cristiano, y su respuesta o solución a este mecanismo diabólico de las rivalidades miméticas anida en la regla de oro y la otra mejilla, la renuncia al deseo que surge del deseo ajeno y se confronta finalmente con él, etc. Renuncia al ego y todo eso mucho más antiguo que Cristo en el Oriente, hasta la propia China de Mencio y Confucio.
    Y sin embargo, da que pensar. en su último libro "Shakespeare: Los fuegos de la envidia" sepulta de citas clarificadoras el hipermimetismo de Shakespeare, su genio en pintar personajes enredados en estas rivalidades miméticas y sus resoluciones trágicas. Típico de artistas y sobre todo la gente del teatro, viviendo siempre otras vidas, etc. La capacidad hiperempática de ser otro conllevaría según Girard cobrarse incluso los mismos deseos respecto a la gente con la que nos relacionamos, hasta que llega el choque entre los espejeantes. En todo caso, es Shakespeare bajo una luz nueva respect a la crítica tradicional, y desde luego luminosa...

    ResponderEliminar
  3. En esta lectura, y termino, por ejemplo Edipo tenía todos ls rasgos para ser el chivo expiatorio de todos los males sociales simbolizados como peste, o junto a ella: era extranjero, tullido, etc. A nosotros nos llega la versión de los victimarios, que le cargaron todas las culpas, lo expulsaron y depuraron ritualmente del mal a la sociedad y restablecieron el orden social (así quizás la peste literalmente tardó menos en desaparecer). Acusaciones de parricidio, incesto ,sería la versión justificadora del sacrificio humano de un individuo demonizado para salvar al resto de su propia violencia vecinal, política, social, etc
    Lo mismo que con los judíos o brujas en la Edad Media, en las purgas chinas o estalinistas en su momento, etc,etc

    ResponderEliminar
  4. La finalidad retributiva de la pena es un concepto jurídico que alude, precisamente, a ejercer una sanción en la que se impone un sufrimiento - orivación de libertad- para quien causa un daño a otro. Una venganza, sí, también es una advertencia para que se sepa que quien la hace la paga -unos más que otros-.
    La cuestión no es si nuestra visión, mejor dicho, sistema penal, se inspira en Hobbes o en Rousseau; sí es muy vengativo o menos, sino en la gran pregunta:¿qué clase de animal somos? ¿Hay alguna posibilidad de que la sociedad, con sus instrumentos educativos, consiga limitar el impulso violento del ser humano?
    Simios grandes, retorcidos, autodestructivos e incomprendidos por nosotros mismos. El enfoque del asunto creo que debiera ir a una comprensión biológica de la mente, de las limitaciones y posibilidades que tenemos para vencer la pulsión de matar, el placer de hacer sufrir a todo bicho viviente. Las teorías, hasta hoy, no han servido más que para convencer a los que ya estamos convencido del poder del Mal, ese alien que nos habita.

    ResponderEliminar
  5. Da para extenderse hasta el infinito (tu reflexión, el texto, y los comentarios de Amaltea, Zenón y Cornadó) y no estoy ni para escribir cuatro palabras. Espero poder más adelante. Tengo mi propia opinión sobre el asunto. No demasiado enriquecedora, todo hay que decirlo.

    ResponderEliminar