7.4.14

Yehudi Menuhin y la ausencia de contrincantes














"Nunca he tenido que enfrentarme a un contrincante", comenta con sencillez Yehudi Menuhin, mago y maestro del violín, en una entrevista de hace años. Pocos pueden decir lo mismo, pues a quien más o quien menos se nos lanzó al ruedo para torear no solo con el toro sino también con los demás espontáneos que eran como nosotros. Lo que señala Menuhin, ¿producto de su alta capacitación y de su oficio complejo y especial? Es probable, si bien no fuera ajeno a ello el propio azar. Precisa: "Nunca tuve que hacerlo, ni en la escuela, ni durante mi carrera, que también se inició de forma natural, cuando era aún muy joven." Miras alrededor y todo es competencia. Propones algo y el otro propone más. Hablas con cierta prudencia de un tema y el otro tiene que mostrarse por encima de ti. Me cuentan algunos jóvenes que nadie deja copiar al otro en un examen. Todo parece regirse por el precio a la alta o a la baja, incluso las relaciones más íntimas. Las reglas de la competencia acaban con la naturalidad y el desenfado, con lo espontáneo y lo generoso. ¿Alguien da algo a cambio de nada? El violinista supo de su inmensa fortuna en la lucha por el dominio de la música y halló espacios donde fue reconocido como virtuoso. Sin competir. Una excepción, un bicho raro.




4 comentarios:

  1. Es curioso, la competencia es para algunos -para mí entre ellos-, uno de esos espantos de la vida, una anormalidad innecesaria. Cuando yo era niña se nos instaba a competir, nos decían que era sano, y nunca lo entendí, ni como medida pedagógica ni como desarrollo de habilidades sociales. Genera frustración, en muchos casos falta de compañerismo y mal ambiente. Yo nunca he competido y cuando me obligaron de niña a correr en un circuito, iba en una buena posición y al llegar a la meta me paré en seco y dejé pasar a todas, después pasé yo. Siempre he sido muy cabezota.Sí quiero mejorar, y he querido obtener buenas calificaciones y del mismo modo obtener siempre buenos resultados, pero no en relación "a" sino por mí misma, me lo debo a mí.
    y sí, creedlo, hay gente que da mucho a cambio de nada.
    Besos,


    Nená

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  2. Completamente de acuerdo con ÍNTIMO Fárrago.
    Incluso en la Biblia te asesoran con aquello de : " abstengase de competir...".
    También me pasó a mi lo de correr. Yo competía contra mi mismo, en el circuito de Montjuic, en Barcelona. Siempre mirando de bajar el tiempo. Craso error.
    Un día me paré en seco y me pregunté porque hacía el idiota y contra quién competía. Dejé de correr y me puse a pasear. llegué a casa y hasta hoy. Jamás he vuelto a correr , ni tan siquiera me interesa las carreras de nada, e intento desitoxicarme del futbol. Y no me ha cogido ninguna depresión.
    salut

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  3. Porque no es "competencia", que desde mi particular visión, solo significa implicación, sino "competición", el gran mal de esta costra dura de la nomenclatura. Jamás me verás en ella, jeje... ¡la rehuyo hasta inconscientemente!, cuando percibo (inconscientemente) que soy la mejor ( en fin, un decir...) salgo huyendo... (claro que quizás por eso no he conseguido "grandes logros" de esos que se usan como medallas en la pechera).

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  4. Es una actitud que si pudiéramos amplificarla, ignorar el afán loco por ser más y aparentar más, la humanidad se sacaría de encima muchas de sus desgracias, particulares y generales. La música y cualquier arte, es una buena oportunidad para experimentar cómo fluye la creación cuanto más nos desnudamos de ambiciones y competencia.
    Muy bien traída la entrada de hoy.

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