24.11.13

La atracción por discurrir




















Lo cuentan en un programa de radio en que hablan varios entendidos sobre el papel de la filosofía hoy. Una profesora escuchó este diálogo entre niños de siete años en su clase:

" - ¿Que qué es un problema? Pues algo muy grave. Cuando hay gritos en casa o todos se ponen muy serios es que hay un problema.
   - Es que un problema es algo que no se puede resolver.
   - No, no, si es un problema se puede resolver. Si no se puede resolver entonces es una catástrofe."

No sé si existe la filosofía a tan temprana edad. Pero la capacidad de discurrir ya brota y el razonamiento se pone en marcha. Pienso entonces en lo bonito que es dejar que lo niños discurran. Lo interesante no es meterles ideas, y menos doctrinas,   sino facilitarles el desarrollo de su propio pensamiento. Evidentemente, antes o después la gente piensa por sí misma. Solo que unos renuncian pronto o limitan el desarrollo de su indagación sobre la vida y otros lo mantienen como método irrenunciable.




Fotografía de Henri Cartier-Bresson


5 comentarios:

  1. Los niños nos sorpenden con sus preguntas y respuestas. Con nuestras actitudes podemos fomentarles o todo lo contrario. Un saludo

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  2. No es país para el pensamiento. En general, no son tiempos para el pensamiento. Peligroso, porque vista la coyuntura, actuar sin pensar podría implicar...

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  3. Los niños aprenden mucho de ese pensamiento...en el entorno familiar!

    Saludos

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  4. Ya sabemos, de cada diez cabezas...
    Me voy a embestir un rato, ya no me acuerdo si, de niño, pensaba.
    Abrazos, siempre

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  5. Estoy totalmente de acuerdo contigo. El niño comienza a discurrir muy pronto y elabora sus propios caminos con una lógica determinada. Los adultos nos empeñamos demasiado pronto en programarlos y orientar esa lógica, pero sería precioso dejarles un poco más de tiempo para que su propio criterio -que sí lo crean- fraguara. El problema es que están rodeados de adultos que no piensan, que actúan estúpidamente y fomentan el conflicto por norma y esa actitud les induce a reorientar su propio e instintivo discernimiento.
    Cariños,

    Nená

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