"Qué manera tan rara tienen a veces los libros de llegar a nosotros", exclama Antonio Muñoz Molina en su artículo semanal de Babelia. Sí, los caminos de los libros son como los de la divinidad, un tanto secretos e intrincados. Y sobre todo muy personales, como si su espera preservara una sorpresa que nos tienen reservada a cada ansioso lector. "Parece que nos esperan sin prisa, como concediéndonos el tiempo que nosotros mismos no sabemos que necesitamos", apostilla el escritor. Ellos tienen todo el tiempo -si una mano incendiaria de esas que aparecen en la historia de vez en cuando no lo impide- y nosotros no. Pero ese tiempo de permanencia fiel de los libros, pendientes de que nosotros lleguemos, ¿supone también que se nos tiene reservado el tempo de lectura justo y adecuado? Leer siempre es una prueba. Su disfrute, la clave. ¿Quién no se ha dicho a sí mismo mientras leía un libro-descubrimiento aquello de cómo no lo he leído antes? El azar y su juego de esperas invisibles. El hombre que nunca es el mismo ni antes ni después.
Pintura de Balbi López Santos
El libro como referencia...
ResponderEliminarAfortunadamente... añadiría.. el encuentro entre el lector y el libro es un camino intrigado y mágico, tus lecturas te modulan o te influyen te aplacan o e encienden... nos hacemos según leemos..
ResponderEliminar