1.7.13

Fragmentaciones













La fragmentación de la escritura. Antes y después, todo es fragmento. Amanece el día y en la contemplación del sol hay fragmento. Nuestra mirada, nuestra pregunta (un día más), incluso la respuesta que nunca obtendremos. Escribimos  -pensamos simplemente-  sobre ello. Y de seguido, se produce una nueva fragmentación. Vivimos la división del todo en fragmento y de cada fragmento en otros más. Y, no obstante, a eso lo llamamos crear. ¿La creación del caos? Sin embargo, ello  -la propia y continua disolución-  es lo que compone no solo nuestros pensamientos o nuestros textos, sino en general cada resquicio de nuestra vida.


3 comentarios:

  1. La única salvedad es que esa pequeña grieta, ese fragmento mínimo, acoge al completo cada identidad y con ella su caos de afectos, su sedimento sentimental, su idea del tiempo.
    Un disfrute la reflexión de hoy.
    Abrazos cordiales.

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  2. La palabra "fragmento" y sus derivadas siempre me han parecido preciosas. No sé la razón, tal vez podría pensar en ello dándole vueltas a Wittgenstein, pero no importa. El caso es que suena bien, es larga para referirse a cosas cortas o pedazos de algo, y es, precisamente, susceptible de fragmentación. Es muy interesante tu reflexión (disoluciones), también relaciono esa idea con la de la "niebla de los pequeños acontecimientos" de Unamuno.

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  3. Imagina crear, mirar, pensar como quien tiene una bolita de mercurio en la palma de la mano. La presionamos como si encima de ella pusiésemos nuestra huella dactilar (crear es dejar huella, ¿no?): se fragmenta infinitesimalmente.
    Luego se puede volver a unir.
    A mi el mercurio me fascina.
    El mercurio es venenoso, muy venenoso para el cuerpo humano.

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